“LES APACHES”: LOS GAMBERROS DE LA BELLE ÉPOQUE COMO ANTECEDENTE DEL FENÓMENO RACAILLE (IV)

octubre 21, 2012

A pesar de la preponderancia masculina existente en el seno de las bandas apaches parisinas, las amazonas –citadas en nuestra anterior entrada– también lograron cierta notoriedad pública, sobre todo a raíz del denominado “caso Casque d’Or”.

Amélie Hélie, la prostituta conocida como «Casque d’Or»

EL CASO “CASQUE D’OR”.

Una de estas mujeres que merodeaban el ambiente frecuentado por los apaches y logró cierta trascendencia fue Amélie Hélie, conocida como Casque d’Or. Nacida en el distrito XX de Paris en 1878 en el seno de una familia humilde, desde su adolescencia ejerció la prostitución. Cuando cumplió los veinte años esta bella pelirroja se enamoró de Marius Plaigneur, un joven que trabajaba como pulidor y acabó abandonando su empleo para convertirse en protector de su amada. Después de acoger a nuevas pupilas se erigió en líder de la temida banda Orteaux. A partir de entonces pasó a ser conocido como “Manda” u “Homme”, mientras Amélie tomó el alias de “Casque d’Or”.

El suceso, conocido como el “caso Casque d’Or” aconteció una noche en la que Manda y su amante se fueron a cenar junto a otro reputado proxeneta, Dominique Leca, cabecilla de la banda Popincourt, y su partenaire Germaine Panther. Tras un flirteo entre Leca i Amélie Hélie los dos pandilleros salieron a las puertas del local a dirimir sus diferencias. El hecho desencadenó una guerra de bandas que enfrentó a la pandilla de Bellevieu encabezada por Manda contra los apaches de Popincourt liderados por Leca.

postal que reproducía el enfrentamiento entre Manda y Leca por Casque d’Or

UN DESAIRE COMO DESENCADENAMIENTO DE UNA PELEA DE BANDAS

La pelea se saldó con Leca detenido con dos balazos en el cuerpo. Rápidamente fue trasladado al hospital Tenon, lugar al que se dirigió Casque d’Or para interesarse por su estado. Cuando se encontraba ayudando a subir a un taxi al malherido Leca oyó un grito: “Los Orteaux”.  Por sorpresa aparecieron Manda y dos de sus lugartenientes con ansías de venganza, luciendo un pañuelo rojo en el cuello y un cuchillo en la mano asestaron un par de navajazos al líder rival para luego esfumarse entre los disparos de los pandilleros de Popincourt que trataban de proteger a su cabecilla. La gravedad de las heridas provocó un nuevo ingreso hospitalario de Leca. Pronto se personaron las autoridades para dilucidar lo acontecido y fue entonces cuando el pandillero inculpó a su rival ante el comisario Deslandes, algo inusual en las trifulcas entre bandas apaches. Con la declaración de Leca la policía detuvo de inmediato a Manda.

JUICIO A UN PECULIAR TRIÁNGULO AMOROSO

El 31 de mayo de 1902 comenzó el juicio contra Manda en el tribunal penal del Sena de la capital gala. La amplificación mediática del mismo convirtió a Amélie Hélie en una especie de musa de los bajos fondos. La alta sociedad parisina quedó prendada por la historia de Casque d’Or, por aquel entonces conocida como la “reina de los apaches”. Un mes antes del juicio incluso llegó a ser contratada para participar en una revista musical titulada “Casque d’Or y los apaches”.

Ya ante la audiencia, la joven Hélie negó ante los magistrados haber presenciado ninguna agresión: “No vi nada” juró. A pesar de su testimonio el juez condenó al acusado a cumplir cadena perpetua en galeras.

Marius Plaigneur, alias Manda, líder de la banda apache Orteaux

El 21 de octubre de ese mismo año, se llevó a cabo el juicio contra Dominique Leca. En esta ocasión el veredicto fue más benévolo, ocho años de prisión, en parte porque el fenómeno apache ya estaba en plena decadencia tras la alarma social que generó el enfrentamiento entre las bandas Orteaux i Popincourt.

UN FINAL CON TRES EPÍLOGOS DISTINTOS

Ambos fueron encarcelados en la penitenciaría de Cayenne, la capital de la Guayana francesa, la colonia que por aquel entonces utilizaba la metrópolis para alejar a los convictos más peligrosos. Tras cumplir la pena Leca fue liberado, lejos de intentar volver a París se estableció en este departamento de ultramar francés hasta que fue asesinado durante una pelea entre buscadores de oro. Por su parte, Manda sufrió una metamorfosis personal en la cárcel, erigiéndose en un ciudadano honesto alejado de los actos pendencieros que había protagonizado con anterioridad. Se convirtió en el jefe de la enfermería del centro penitenciario. Todo ello favoreció que fuera liberado por buen comportamiento. Pero Manda tampoco regresó nunca a París, estableció su residencia en Cayenne hasta que el clima de la zona acabó con su vida en 1936.

Por su parte Amélie Hélie prosiguió su carrera fulgurante en la París de principios del siglo XX. Cabaretera ilustre, fue amante de diversas personalidades e incluso publicó sus memorias. Posteriormente, su vida fue llevada al cine por el director Jacques Becker que eligió a la actriz Simone Signoret para encarnar el papel de la joven prostituta parisina en el film “Casque d’Or” (1952).

cartel de la película «Casque d’Or» protagonizada por Simone Signoret

Una vez el público encontró una nueva “princesa del pueblo”, Hélie cayó en el olvido. Llegó a aceptar un trabajo como domadora en un circo. Fue justamente al término de una de sus funciones circenses cuando fue apuñalada por Rouget, uno de los lugartenientes de Manda. A pesar de la gravedad de las heridas Casque d’Or sobrevivió. Al salir del hospital, lejos de los focos de la actualidad Hélie volvió al anonimato. En 1917 se casó con un obrero parisino, M. Nardin, con el que convivió hasta que murió en 1933.

escenas del film «Casque d’Or» (1952) dirigido por Jacques Becker


“LES APACHES”: LOS GAMBERROS DE LA BELLE ÉPOQUE COMO ANTECEDENTE DEL FENÓMENO RACAILLE (III)

octubre 13, 2012

Más allá de su periodo de implantación en Francia, el fenómeno apache trascendió dejando una fuerte impronta en la cultura popular. Prueba de ello serian el llamado baile apache o la pretensión de recuperar la esencia del estilo por parte de determinadas agrupaciones políticas actuales.

estampa de un apache, cuchillo en mano, llevando en brazos a una joven

LA REPERCUSIÓN POPULAR. EL BAILE APACHE

No sólo el atuendo y las prácticas violentas caracterizaron a los jóvenes apaches. También tuvieron tiempo para el asueto y, como la mayoría de estilos juveniles, adoptaron referentes sonoros propios. Cuando caía la noche era habitual que estos jóvenes abandonaran las callejuelas para sumergirse en el universo subterráneo y golfo de la ciudad. Lejos de olvidar los encontronazos matutinos practicaban un tipo de baile, con un claro componente de violencia, que los recreaba, la denominada “apache danse”. De hecho era habitual que muchos de los que participaban acabasen magullados e incluso heridos por la virulencia frenética de la danza. Nada extraño si tenemos en cuenta los lanzamientos de bancos y sillas que se producían. Algunos expertos incluso apuntan a que podría tratarse de una especie de “capoeira a la parisien” mediante la cual los jóvenes aprendían los métodos y técnicas de combate que ponían en práctica en las calles de la capital gala. Un tango “a lo maltratador”, que recreaba un encuentro callejero acalorado entre una prostituta un proxeneta, durante el cual se sucedían las bofetadas, los puñetazos e incluso el hecho de lanzar o tirar el cuerpo de la mujer al suelo y luego cargar con él mientras ella fingía estar inconsciente. Un ritual que se aderezaba con la música del llamado “Valse des rayons”, también conocido como “Valse chaloupée”, una obra de Jacques Offenbach que en 1908 se había popularizado en salas de espectáculos parisinas como el Moulin Rouge o el restaurante Maxim’s.

anuncio de una sesión de Valse Chaloupée en el Moulin Rouge

En relación a la “apache danse”, lo más curioso no resulta su escenificación sino el hecho de que atrajera a los bajos fondos a muchas damas de la alta sociedad que buscaban emociones fuertes. Así, fue habitual que estas mujeres de clase acomodada frecuentasen locales y salones de baile de zonas como la Bastilla o Montmatre. Allí, rodeadas de rostros anónimos se desmelenaban junto a los jóvenes apaches en bailes impetuosos.

Tal fue la popularidad de la danza que tuvo su traslación al cine. Desde la década de los treinta del siglo XX el baile apache hizo apariciones esporádicas en diversas películas, como Luces de la ciudad (1931) de Charles Chaplin, Ámame esta noche (1932) protagonizada por Maurice Chevalier, Charlie Chan en París (1935), Estás en el ejército ahora (1941) o Pin Up Girl (1944) por citar algunos ejemplos.

danza apache, Alexis et Dorrano (1934)

AMAZONAS. LAS MUJERES APACHES

Como la mayoría de estilos anteriores a la Segunda Guerra Mundial, los apaches fueron un fenómeno eminentemente masculino. La presencia femenina en las pandillas, a pesar de ser minoritaria, se hizo notar. Las llamadas amazonas, así es como fueron denominadas las muchachas que se integraron en dichas pandillas, no se amedrentaron a la hora de empuñar el cuchillo o participar en peleas. También eran utilizadas como mensajeras u observadoras de otras bandas rivales. Su papel fue activo en las pandillas apaches aunque la mayor trascendencia de los altercados protagonizados por sus homólogos masculinos les restó protagonismo.


“LES APACHES”: LOS GAMBERROS DE LA BELLE ÉPOQUE COMO ANTECEDENTE DEL FENÓMENO RACAILLE (II)

julio 29, 2012

Las bandas de jóvenes pandilleros proliferaron en Paris a partir de mediados de la primera década del siglo XX. La trascendencia mediática de las acciones de los primeros apaches favoreció la extensión del fenómeno entre los jóvenes de los barrios más desfavorecidos. Convertirse en un apache significaba para muchos de estos adolescentes conseguir un cierto estatus, aunque ello fuera a cualquier precio.

el revólver apache podía ser usado como pistola, navaja o puño americano

UNA HISTORIA DE SAVATE, REVÓLVERES Y CUCHILLOS

Entre el armamento que acostumbraban a usar destacaba un tipo de pistola muy peculiar, el llamado “revólver apache”. Una arma de fuego sin tambor de 7 milímetros de calibre y poco más de 400 gramos de peso que a la vez podía usarse como navaja o puño americano, de aquí que también fuera conocido como “margarita” ya que se abría como una flor. Un peculiar revólver que inventó en 1860 el belga Dolne Brevete. Otros elementos habituales en las peleas eran los palos, las porras, los anillos con clavos (como el popular “golpeador espina”), las muñequeras de bronce con puntas afiladas que causaban graves heridas a los policías que intentaban detenerles o los bastones con punta afilada cortante, aunque la arma predilecta era una especie de cuchillo delgado y puntiagudo llamado “zarin” que podían esconder con facilidad entre su ropa para que pasara inadvertido y así poder sorprender a sus víctimas.

Además de este arsenal, los apaches también se caracterizaron por su agresividad en el cuerpo a cuerpo. No en vano desarrollaron una forma de lucha callejera a partir del savate (un estilo de lucha surgido de los barrios bajos cuando la legislación francesa consideró los puños como arma letal y que evolucionó hasta convertirse en un arte marcial, el boxeo francés). La prohibición de pelearse a golpes de puño en las calles bajo pena de ser movilizado durante un largo tiempo en el ejército provocó la evolución de la lucha callejera de los apaches. Para evitar la nueva legislación desarrollaron la llamada lutte parisienne (lucha parisina) y todo tipo de artimañas, como el “golpe de Pére François”, consistente en acercarse sigilosamente por detrás de la víctima para echar una bufanda sobre su cabeza apretando el cuello mientras se obstruye con un puño la espalda mientras un cómplice desvalija al asaltado.

una muestra del arsenal usado por los apaches y los delincuentes de la época

LA “PLAGA APACHE”: LA BATALLA DE LA BASTILLA

Más allá de la supervivencia vital, los apaches ansiaban prosperar y gozar de reconocimiento social. Una de las vías para conseguirlo, aparte de lucir un vestuario peculiar y mostrar una actitud altiva y desafiante, era a través de las prácticas violentas, entendidas como método para conseguir respeto. Los apaches se preocupaban por su honor, por mantener una reputación ganada a puñetazo limpio. La agresión, lejos de ser sancionada o mal vista, era jaleada como un medio para lograr cierta notoriedad social. Por ello no dudaban en asaltar a los transeúntes para robar un par de zapatos y así poder lucirlos ante sus compañeros de pandilla.

Nada era demasiado escandaloso o inmoral para ellos. Algo obvio si tenemos en cuenta los diversos sucesos que protagonizaron, desde robos o asesinatos de ancianas, hasta agresiones a policías a plena luz del día e incluso ataques a los bomberos que extinguían los incendios que previamente ellos mismos habían provocado. No es de extrañar pues que se convirtieran en un todo fenómeno social en aquellos años. Sin duda, el incidente que tuvo mayor repercusión fue la batalla campal ocurrida el 14 de agosto de 1904 en la Plaza de la Bastilla en la que participaron diversas pandillas de apaches. Los hechos se iniciaron cuando dos bandas adversarias se enzarzaron en una pelea con cuchillos y revólveres en la que perecieron tres jóvenes y siete más resultaron heridos. Los altercados, lejos de finalizar, se recrudecieron extendiéndose a las calles adyacentes. Cuando ochos agentes del orden, alertados por los vecinos, acudieron para mediar en la reyerta los hechos dieron un súbito vuelco. Ante la presencia policial, los apaches unieron sus fuerzas. Durante horas el centro de Paris se convirtió en un campo de batalla a la que se incorporaron más de un centenar de apaches de otras bandas. De los ochos policías que trataron de apaciguar los ánimos seis acabaron en el Hospital de Saint Antoine de Paris con heridas de bala. La llegada de refuerzos provocó la huida de los pandilleros, nueve de ellos yacían malheridos sobre el pavimento de la plaza.

prácticas represivas empleadas por las autoridades contra los apaches

LA CREACIÓN DE LAS BRIGADAS DEL TIGRE. LOS INTOCABLES DE CLEMENCEAU

La magnitud del fenómeno apache superó a las autoridades. Los 8.000 agentes y 1.000 inspectores con los que contaba la dirección de seguridad en la capital eran escasos para enfrentarse a los casi 30.000 jóvenes pandilleros parisinos, toda una plaga según medios como Le Petit Journal. Ante la gravedad de la situación el entonces ministro de Interior Georges Clemenceau promovió en 1907 la creación de las llamadas Brigadas regionales de policía móvil, popularmente conocidas como las Brigadas del Tigre en honor al apodo del propio Clemenceau –le tigre–, un escuadrón policial especializado en el combate cuerpo a cuerpo y entrenado en técnicas de savate dirigido por el comisario Jules Sébille. Ni siquiera así el gobierno puedo acabar con la criminalidad y las fechorías de los apaches. Una situación que provocó que la propia población se organizara en patrullas para preservar el orden en sus calles.

Pero lo que las autoridades no pudieron enmendar si lo hizo la guerra. Sin ninguna duda el punto de inflexión del fenómeno apache fue el estallido de la Primera Guerra Mundial en 1914 en la que fueron movilizados muchos de estos jóvenes pandilleros. Tras la contienda bélica el estilo entró en declive, en parte por las bajas humanas producidas durante el conflicto. Sin embargo, el fenómeno apache a pesar de languidecer dejó una fuerte impronta en Francia. Tras dos décadas de implantación los apaches lograron convertirse en todo un mito.


“LES APACHES”: LOS GAMBERROS DE LA BELLE ÉPOQUE COMO ANTECEDENTE DEL FENÓMENO RACAILLE (I)

julio 22, 2012

Retomando la descripción de los precedentes estilos juveniles contemporáneos, como ya hicimos en el caso de los scuttlers ingleses (véase la serie de entradas anteriores bajo el título Scutllers: los pandilleros de la Segunda Revolución Industrial I, II y III), en esta ocasión nos adentraremos en la Francia de la Belle Époque para conocer a las pandillas de jóvenes que pulularon por los callejuelas de Paris a inicios del siglo XX: les apaches.

un grupo de apaches parisinos posando ante la cámara

LOS PIELES ROJAS. UN ORIGEN INCIERTO

Originarios de barrios del noreste de la capital gala, como Belleville, la Bastilla, la Vilette, Ménilmontant o Montmatre, les apaches deben su nombre a la prensa de sucesos de la época. Fue el 12 de diciembre de 1900 cuando el columnista Henri Fourquier en su crónica del periódico Le Matin recogió de manera irónica la existencia de una “tribu de Apaches” que se había trasladado de las Montañas Rocosas a los distritos insalubres de Paris. Sin duda, la brutalidad de las acciones cometidas por estos jóvenes parisinos indujo al periodista a compararles con aquellos indígenas americanos que poblaban las tierras de Arizona, Nuevo Méjico y Texas, cuya imagen estereotipada había lanzado a la fama la novela de Fenimore Cooper, El último mohicano, publicada en 1826. A raíz de la popularización de dicha obra y de la fascinación que suscitó en Francia la cultura de los indios americanos tras la gira europea del espectáculo circense Buffalo Bill’s Wild West, fue habitual desde la segunda mitad del siglo XIX el uso de la voz “Peaux- Rouges” (pieles rojas) para referirse a los jóvenes residentes de los suburbios de la capital.

A pesar de ello el origen del nombre resulta incierto. Según otras fuentes, se remonta a la detención por parte de la policía de un joven de dieciocho años apodado “Terror”, miembro de la banda de Belleville. Durante los interrogatorios el rufián se jactó con arrogancia de los diversos delitos cometidos llegando a exasperar al inspector encargado del caso que llegó a exclamar: “¡Os comportáis como apaches!”. Tanto gusto a “Terror” el apelativo que no dudó en afirmar: “Eso es, apaches”. Otras versiones apuntan a un reportaje sobre un altercado acaecido en Montmatre que describía “la furia de un incidente entre dos hombres y una mujer similar a la ferocidad de los salvajes indios apaches en una batalla”. Mientras una tercera interpretación apunta como procedencia del término el descubrimiento de un cadáver brutalmente torturado que se encontró en la calle Faubourg du Temple, un hallazgo que trascendió bajo el titular: “El crimen cometido por los Apaches de Belleville”. Sea como fuere, parece claro que la denominación apache en referencia a estas pandillas callejeras integradas por jóvenes parisinos fue una invención de los medios de comunicación de la época. Así al menos lo confirman los interrogatorios hechos por la policía en los que los jóvenes pillos negaron identificarse con dicho vocablo. A pesar de ello, el término fue popularizado por la prensa mediante titulares sensacionalistas como “Los Apaches aterrorizan Paris”, “Bandas de asesinos de Paris” o “Una ejecución sangrienta en el centro de Paris”. Desde ese momento los apaches pasaron a ser sinónimo de estafadores, proxenetas y ladrones.

portada que identifica a los apaches como «la plaga de Paris»

El fenómeno apache posteriormente se expandió a los barrios más céntricos de la capital, formándose pandillas en zonas como Maubert, La Mouffe, Montparnasse o Les Halles. También se irradió a otras ciudades francesas, como Marsella o Lyon, aunque allí tomó otras denominaciones, como “nervis” o “kangourous” respectivamente.

LA CONSTRUCCIÓN DE UNA IDENTIDAD JUVENIL

Fourquier en su artículo definía a los apaches como unos pandilleros semi nómadas, huérfanos o desvinculados de sus familias, que al no contar con un trabajo fijo se dedicaban a deambular por las calles. Por su parte, la policía les tildaba de ejército de criminales. Estos jóvenes, de edades comprendidas entre los 10- 20 años, solían agruparse en pandillas. Las más afamadas fueron Les Coeurs d’Acier (corazones de hierro), Les Riffaudes, Les Aristos, Gars de Charonne, Les Habits Noirs  o la banda de Manda.

Usaban una jerga callejera propia e ininteligible para el resto de la ciudadanía, el jare. Además, poseían un código de justicia particular que castigaba con dureza cualquier traición o delación. Se les identificaba fácilmente por su vestimenta, caracterizada por el uso de chaquetas de satén negras, camisas de colores extravagantes, blusas azules, chalecos, camisetas rayadas de marinero, cinturones de franela roja, fulares de colores (con el que se reconocía a la banda a la que pertenecían), gorras planas y sus inconfundibles pantalones de fieltro apretados en las rodillas conocidos popularmente como Bénard, en horno al sastre que los confeccionó, Auguste Bénard. De hecho consiguieron tanta fama que desde entonces la palabra bénard y sus derivadas, ben o bénouze, pasaron a formar parte del argot parisino como sinónimo de pantalón. En la época de los apaches también eran conocidos como los pantalones “dolor de barriga”, debido a sus enormes bolsillos delanteros que eran empleados por los jovenzuelos para ocultar armas y los objetos que sustraían. Completaban su vestuario con un par de botas lustradas de color amarillo con botones de oro.

Otro de los elementos que les definían era los tatuajes, que por aquel entonces solían lucir únicamente los marineros y aquellos que frecuentaban los bajos fondos. Uno de los más característicos de los apaches era el llamado “oeil de biche”, un pequeño tatuaje que llevaban alrededor de los ojos. Por lo general, acostumbraban a tatuarse el pecho y los brazos con motivos diversos.

un grupo de pillos de barrio parisinos a inicios del siglo XX


DE HÉROE A VILLANO: ALEXANDRE VILLAPLANE, UN COLABORACIONISTA EN LA SELECCCIÓN FRANCESA (III)

junio 1, 2012

Tras destacar en el fútbol de élite y capitanear la selección francesa en el Mundial celebrado en Uruguay en 1930, Villaplane inició su particular descenso a los infiernos.  Su fichaje por el Nice Côte d’Azur, lejos de relanzar su carrera como se esperaba, supuso un punto de inflexión. Ya nunca volvería a ser aquel habilidoso jugador que se zafaba de los rivales gracias a su depurada técnica.

formación del OG Nice la temporada 1933/ 34 con Charly Bell de entrenador

APUESTAS, DEUDAS Y ESCÁNDALOS EN LA COSTA AZUL

Durante su etapa en el club de la Provenza, Villaplane frecuentó con asiduidad el hipódromo de la Costa Azul, dando rienda suelta a su afición por las carreras de caballos y las apuestas. Su vida agitada, alejada de la que se espera de un profesional, se traduce en sendas multas por no presentarse a los entrenamientos. A pesar de estar fuera de forma, Villaplane seguía manteniendo cierta aurea de jugador carismático. Ello explica porque acabó jugando 20 de los 26 partidos del campeonato, luciendo además el brazalete de capitán del equipo. Sus frecuentes visitas al hipódromo y su escandalosa vida privada se traduce en una falta de espíritu competitivo sobre el terreno de juego. Los directivos del club hartos del comportamiento poco profesional de Villaplane lo acaban echando. Tras una temporada nefasta parece que su retirada está cerca.

rematando de cabeza con la elástica del Nice Côte d’Azur en 1933

Pero cuando todo hacía pensar que Villaplane colgaría las botas llegó una oferta del Hispano Bastidienne, un equipo creado en 1933 tras fusionarse el SC Bastidienne y el CD Espagnol Bordeaux que disputaba la segunda división profesional del fútbol galo. El responsable de su fichaje fue un viejo conocido, el técnico escocés Victor Gibson –ex jugador del Español en la primera década del siglo XX– que había coincidido con Villaplane en las filas del FC Séte. Después de tres meses en Burdeos, a inicios de 1935 fue despedido por sus reiteradas ausencias. A partir de entonces Villaplane desaparece de las páginas de actualidad de la prensa deportiva. Su estela futbolística se había apagado por completo salpicada por diversos escándalos. Además del caso del supuesto amaño de partidos, Villaplane también estuvo involucrado en un fraude de apuestas ocurrido en el hipódromo de Paris. Un asunto por el cual llegó a ser condenado a seis meses de cárcel.

público asistente al hipódromo parisino frecuentado por Villaplane

UN FUTBOLISTA EN EL CRIMEN ORGANIZADO

La finalización de su periplo como jugador profesional supuso para Villaplane un grave problema, se encontraba sin fondos. Alguien como él acostumbrado hasta entonces a no reparar en gastos tuvo que buscarse la vida sin contar esta vez con la nómina del club de turno. En ese momento Villaplane se sumergió en el mundo del hampa y el crimen organizado. La vinculación del ex futbolista a los bajos fondos y sus actividades delictivas le valieron diversas condenas en la prisión parisina de La Santé. Allí se encontraba durante el estallido de la Segunda Guerra Mundial. Entre rejas vivió la declaración de guerra de Francia y la catastrófica caída de aquella línea Maginot que se creía invencible. El ataque germano en Sedán comportó la partición de las tropas aliadas y la posterior ofensiva en las desprotegidas Ardenas. El 25 de junio de 1940 Francia capitulaba ante el Reich alemán. La Batalla de Francia había concluido.

tropas alemanas desfilando ante el Arco de Triunfo de Paris (junio de 1940)


DE HÉROE A VILLANO: ALEXANDRE VILLAPLANE, UN COLABORACIONISTA EN LA SELECCCIÓN FRANCESA (II)

May 28, 2012

Tras asombrar con su técnica en el FC Séte y el Sporting Club Nîmois, el centrocampista nacido en Argelia disputó los Juegos Olímpicos de Amsterdam con la selección francesa. A pesar de la eliminación ante Italia Villaplane consiguió atraer el interés del Racing Club de France, un equipo por aquel entonces aún amateur presidido por Jean- Bernard Levy.

Villaplane formando junto a sus compañeros del FC Séte

LA NUIT PARISIENNE SEDUCE AL JOVEN TALENTO DEL FÚTBOL GALO

Con tan sólo 29 años Levy tomó las riendas de las sección del fútbol del club parisino en 1929 con la intención de poder llegar a competir con los grandes clubes del fútbol francés de la época, como el Red Star de Paris, el Olympique de Marsella o el propio FC Séte. Para lograrlo se fijó la contratación de Villaplane. Esa fue su prioridad aunque como Les Pingouins, apodo con el que se conocía  popularmente al Racing Club, era todavía un equipo amateur (no fue hasta 1932 cuando hizo la transición al profesionalismo) Villaplane tuvo que cobrar su salario bajo mano. Aquello fue un secreto a voces, no en vano el jugador era un habitual de los cabarets y bares del barrio de Montmatre. Allí dilapidó parte de su generoso estipendio sin ocultarse en ningún momento. También frecuentó con asiduidad el hipódromo de Paris, apostando grandes sumas de dinero en las carreras de caballos.

Con los bolsillos llenos, Villaplane empieza a dejar de lado su prometedora carrera futbolística, progresivamente va abandonando la disciplina propia de un jugador de élite para adentrarse en los bajos fondos. Un cambio en su vida personal que aún no afectará a su juego pero que a largo plazo acabará pasándole factura.

escudo del parisino Racing Club de France

EL PRIMER CAPITÁN AFRICANO DE LA SELECCIÓN FRANCESA

Villaplane se encuentra en el zenit de su vida futbolística. Desde 1926 es internacional por Francia pero será a finales de la década cuando se convierte en el primer capitán del combinado nacional francés nacido en África. Su envidiable técnica con el balón en el pie y como cabezeador le encumbra como uno de los mejores futbolistas de su generación junto al goleador Nicolás Lucien Laurent, por aquel entonces en las filas del FC Sochaux- Montbéliard.

Como capitán de la selección francesa disputó la Copa del Mundo que se celebró en Uruguay en 1930, donde cuajó una buena primera fase del campeonato a pesar de que Francia cayera ante Chile y Argentina.

alineación gala que se enfrentó a Méjico en el Mundial de Uruguay celebrado en 1930

Coincidiendo con la oficialización del profesionalismo en el fútbol galo, en 1932 Villaplane decide abandonar el club de la capital para fichar por el Olympique Antibes. Allí se reencuentra con dos viejos conocidos de su etapa en el FC Séte: el portero Laurent Henric y el centrocampista Louis Pierrot Cazal. Juntos consiguen llegar a cuartos de final de la Copa de Francia y quedar campeones de uno de los grupos en los que se dividía la liga y daban acceso a jugar la final del torneo. Un éxito este último que quedó empañado tras comprobarse el amaño de uno de sus partidos, la goleada por 5 a 0 que consiguió contra el Sporting Club Fives Lille. Durante las pesquisas iniciadas por la dirigencia del fútbol galo, que comportaron el cambio de nombre de la entidad y la retirada de su entrenador, trascendió el nombre de Villaplane. Su implicación en la investigación provocó que los medios locales pidieran públicamente que fuera expulsado del club. Un hecho que se consumó en 1933 cuando Villaplane se convirtió en nuevo jugador del Olympique Gymnaste Club de Nice Côte d’Azur.


SED REALISTAS, PEDID LO IMPOSIBLE: LA REVUELTA EN EL FÚTBOL FRANCÉS EN MAYO DEL 68 (III)

junio 17, 2011

La acción de los futbolistas durante Mayo del 68 para reclamar reformas laborales y de democratización de los organismos federativos tuvo diversos precedentes. La articulación de un sindicato que defendiera los derechos de los jugadores era una petición recurrente. No fue hasta el inicio de los años sesenta cuando, finalmente, se concretó la idea.

disturbios en las calles de París entre manifestantes y agentes del orden

LA CREACIÓN DE LA UNIÓN NACIONAL DE FUTBOLISTAS PROFESIONALES

Anteriormente a los hechos ocurridos en mayo del 68 ya se habían manifestado ciertas críticas hacía la labor de los mandatarios del fútbol francés. Desde finales de la década de los años cincuenta  los futbolistas se organizaron para defender sus derechos. En marzo de 1961 el delantero camerunés Eugène N’Jo Lé, por aquel entonces jugador del Olympique Lyonnais y estudiante de derecho que preparaba su doctorado, escribió en las páginas de la revista mensual Football Magazine un alegato favorable a la sindicación de los profesionales: “Los patrones están organizados. Todo el mundo esta organizado, menos los futbolistas, ese es el error”. El 16 de noviembre de 1961, tras recibir los consejos del abogado Jacques Bertrand, las ideas de N’Jo tomaron cuerpo.  Así fue como vió la luz la Union Nationale des Footballeurs Professionnels (UNFP), Unión Nacional de Futbolistas Profesionales. N’Jo ocupó la secretaria general del sindicato dejando la presidencia para Just Fontaine. El goleador galo ocupó el cargo hasta que en 1964 fue relevado por el centrocampista del AS Mónaco FC Michel Hidalgo, quién en 1982 se convirtió en seleccionador nacional galo. Tras los sucesos de Mayo del 68 Hidalgo abandonó la dirección del sindicato que quedó en manos del entonces delantero del RC Strasbourg Philippe Piat.

Michel Hidalgo presidente de la UNFP en 1968

Pero la UNFP no consiguió grandes resultados. Mantuvo un enfrentamiento constante con los dirigentes federativos, que llegó hasta el extremo de boicotear el partido que Francia e Inglaterra tenían que disputar el 27 de febrero de 1963. Un intento de presión que tampoco fue efectivo. Hasta 1964 los organismos federativos no reconocieron a la UNFP como su interlocutor.

“LOS JUGADORES SON ESCLAVOS”, EL CASO KOPA COMO PRECEDENTE

Pero la lucha por los derechos laborales de los futbolistas se había gestado con anterioridad. En 1932 se había establecido legalmente el profesionalismo en el fútbol francés. Desde entonces los jugadores estaban sometidos a los dictados de los dirigentes de los clubes. Cuando un futbolista daba el paso del amateurismo al campo profesional firmaba un contrato de facto de por vida, de hecho era hasta los 35 años de edad, con el club que lo fichaba. El jugador no decidía su futuro ni podía fichar por otro club sin el consentimiento de su presidente. El futbolista era una simple mercancía con la que se comerciaba sin ser consultado en ningún momento.

Este fue el contexto en el que Raymond Kopa concedió una entrevista al semanario France- Dimanche. Pero sus declaraciones no dejaron a nadie indiferente. La portada del número aparecido el 20 de junio de 1963 fue explícita: “Los futbolistas somos los esclavos del fútbol”. De esta manera Kopa, basándose en los problemas que había sufrido para conseguir desligarse del SCO Angers, club de la segunda división francesa, denunció lo que entendía como un abuso contractual de los dirigentes del fútbol hacía los jugadores. Finalmente Kopa consiguió ser traspasado al Stade Reims, donde coincidió con Fontaine, por un importe de 1,8 millones de francos para luego ser vendido en 1956 al Real Madrid que pagó una cifra record por aquel entonces, 38.000 libras esterlinas. Por sus manifestaciones Kopa fue sancionado con seis meses de suspensión. Poco después se convertiría en vicepresidente de la UNFP.

ficha federativa de Raymond Kopa, jugador del Stade de Reims

Hasta 1965 no se formó una comisión, integrada por directivos de la Federación Francesa y miembros de la UNFP, para tratar el tema de los contratos de los futbolistas profesionales. El mismo se mantuvo vigente en Francia hasta julio de 1969.

ACABA LA OCUPACIÓN ¿FIN DE LA UTOPÍA?

Coincidiendo con la firma de los Acuerdos de Grenelle, que aseguraron un aumento del sueldo de los trabajadores y del salario mínimo profesional, la reducción de la jornada de trabajo y el reconocimiento de la actividad sindical; los futbolistas depusieron su actitud y abandonaron la sede de la Federación Francesa de Fútbol. La mañana del día 27 de mayo, tan sólo cinco días más tarde, los jugadores depusieron su actitud. Las demandas del Comité de acción de los futbolistas, planteadas con la retórica revolucionaria antiburguesa propia del momento, a favor de la democratización del fútbol y contra su comercialización salvaje quedaron relegadas. El “Mayo de los Futbolistas” presentó ciertas similitudes con los otros movimientos de protesta que se dieron en Paris. Sus protagonistas emplearon los mismos métodos de actuación de forma espontánea que utilizaron los manifestantes. Las demandas de democracia directa y de rechazo del autoritarismo de los estudiantes se equipararon con las críticas contra los dirigentes federativos por parte de los futbolistas.

A pesar de las acciones de los jugadores, el fútbol continuó en manos de sus dirigentes, quienes temerosos como De Gaulle del giro revolucionario que podía tomar los acontecimientos, aprovecharon la ocasión para agudizar sus planteamientos precedentes. Fue en esa época cuando George Boulogne, quién protestó por “el carácter político y antidemocrático de la ocupación”, teorizó sobre lo que denominó “fútbol moderno”, consistente en adaptar la práctica del juego a las reglas de la economía moderna. Atrás quedaban las visiones utópicas, había vencido la mercantilización del fútbol- espectáculo. La exacerbación del mismo como mero objeto de consumo.

portada de Miroir du Football con Kopa luciendo la camiseta del Stade de Reims

En enero de 1969 se revisó la política contractual en el fútbol francés estableciéndose un marco laboral nuevo. ¿Fue una victoria de los trabajadores del balón o una simple concesión de la patronal para evitar males mayores? Sin duda para los futbolistas el logro no fue suficiente. En diciembre de 1972 convocaron, por primera vez en la historia, una jornada de huelga. ¿Habían sido realistas o habían pedido lo imposible?


SED REALISTAS, PEDID LO IMPOSIBLE: LA REVUELTA EN EL FÚTBOL FRANCÉS EN MAYO DEL 68 (II)

junio 11, 2011

La ocupación de la sede de la Federación Francesa de Fútbol, situada cerca del Arco de Triunfo, por parte de decenas de jugadores durante los sucesos ocurridos en Mayo del 68 fue provocada, según los propios manifestantes, por la mala gestión de los dirigentes de dicho organismo y por la reglamentación legal que desamparaba a los profesionales.

futbolistas ocupando la sede de la Federación Francesa de Fútbol

UNA REIVINDICACIÓN SINDICAL Y ESTILÍSTICA

El llamado Comité de acción de los futbolistas distribuyó el mismo día de la ocupación del edificio un manifiesto en el que explicitaron sus demandas. El contenido del comunicado exponía las motivaciones que llevaron a los futbolistas a ocupar la sede federativa. Según ellos “los jerarcas de la Federación habían expropiado el fútbol para servirse de él por simple interés egoista”. Por ello acusaban a sus dirigentes, a los que exigieron su inmediata dimisión, de “trabajar contra el fútbol y acelerar su degradación sometiéndolo a la tutela gubernamental por esencia hóstil al deporte popular”. Los futbolistas criticaban medidas como el cierre de estadios, la negativa de expedir billetes colectivos para los desplazamientos, el hecho de no garantizar un seguro médico en caso de accidente y las escasas subvenciones estatales que recibía la entidad para promocionar el fútbol entre los jóvenes. Además reivindicaron la supresión de la llamada licencia B, que según ellos sólo beneficiaba a los grandes clubes y constituía un atentado intolerante a la libertad de los jugadores y a los intereses de los clubes pequeños.

Pero también denunciaron la mala gestión de la Federación presidida por Antoine Chiarisoli y el secretario general Pierre Delaunay, del colegio de entrenadores dirigido por George Boulogne y de la selección francesa dirigida por el técnico Louis Dugauguez. Más allá de los malos resultados obtenidos por el combinado nacional, los miembros del Comité de acción reclamaron un cambio del estilo de juego que proponía el equipo sobre el terreno de juego. La reivindicación fue más allá de las simples demandas laborales. Se demandaba un giro estilístico, abandonar el fútbol defensivo y plantear un juego más alegre con el que, según los manifestantes, llegarían los buenos resultados.

Just Fontaine aupado tras disputar un partido de la Copa del Mundo de 1958

DEL COMITÉ DE ACCIÓN A LA ASOCIACIÓN FRANCESA DE FUTBOLISTAS

El segundo día de la ocupación los futbolistas recibieron la adhesión de Just Fontaine, delantero del Stade Reims quién consiguió el record de goles marcados en la Copa del Mundo disputada en Suecia en 1958 tras marcar 13 tantos, y del ex presidente del Toulouse FC, Jean Baptiste Doumeng. En ese momento, el autodenominado Comité de acción se transformó en la Asociación Francesa de Futbolistas, asumiendo Fontaine la presidencia. Pronto recibió nuevas adhesiones de jugadores como el delantero del AS Cannes Yvon Douis, el argelino Rachid Mekloufi del AS Saint- Etiénne o Raymond Kopa, un futbolista de origen polaco, de hecho se apedillaba Kopaszewski, que era una de las figuras más cotizadas del fútbol francés e internacional. No en vano en 1958 fue elegido por la UEFA “Mejor jugador de Europa”, año en que también consiguió el Balón de oro. Sin embargo la Asociación tuvo poca trascendencia siendo pronto relegada a un discreto segundo plano.

formación del AS Saint- Etiénne campeona de Francia con Rachid Mekloufi en la alineación


SED REALISTAS, PEDID LO IMPOSIBLE: LA REVUELTA EN EL FÚTBOL FRANCÉS EN MAYO DEL 68 (I)

junio 5, 2011

Europa vivió convulsionada durante 1968. A la revuelta acaecida en Praga a inicios de año le siguieron las manifestaciones estudiantiles en Paris que desembocaron en una masiva huelga general, secundada por más de nueve millones de franceses. Los hechos, conocidos popularmente como el Mayo francés, o Mayo del 68, precipitaron la convocatoria de elecciones anticipadas por el gobierno presidido por el general De Gaulle, en el poder desde 1958, desbordado por la magnitud de las protestas. Obreros y estudiantes se unieron para cuestionar la autoridad del Estado y reclamar mejoras laborales. Durante el mes de mayo se sucedieron las manifestaciones y los enfrentamientos con las fuerzas del orden.

joven francesa manifestándose en las calles de París

MAI DES FOOTBALLEURS: COMPROMISO SOCIAL Y ANTIAUTORITARISMO

Este contexto de agitación social provocó la movilización de buena parte de la población gala. El fin de la prosperidad económica, el aumento del desempleo y la pérdida de poder adquisitivo generaron gran malestar entre la ciudadania. El autoritarismo de las autoridades agravó la situación. Todo ello comportó el estallido de las protestas estudiantiles a las que luego se unieron los trabajadores. Obreros de la construcción, empleados de los ferrocarriles, transportistas, mineros, empleados de correos y hospitales. A millares se sumaron a la huelga manifestando su solidaridad contra la represión sufrida por el movimiento estudiantil. Entre ellos había un grupo de periodistas deportivos que también habían sido futbolistas. De este grupo de profesionales vinculado al magazine Miroir du Football, encabezado por François Thébaud, surgió la idea de participar de algún modo en las movilizaciones que se llevaban a cabo. El grupo, próximo a los planteamientos del Partido Comunista Francés (PCF), decidió mostrar su desencanto con los dirigentes del fútbol galo. Así fue como, emulando a los estudiantes que ocuparon diversas facultades de la Universidad de la Sorbona, la mañana del 22 de mayo se dirigieron a la sede de la Federación Francesa de Fútbol, situada en el número 60b de la Avenida Iéna de la capital parisina.

fachada del edificio que albergaba a la Federación Francesa de Fútbol en mayo de 1968

LA OCUPACIÓN DE LA SEDE DE LA FEDERACIÓN FRANCESA DE FÚTBOL

Un centenar de jugadores, cuarenta según la Federación, irrumpieron en los locales de la entidad proclamando la ocupación de los mismos. De inmediato recluyeron a los empleados, cerca de una treintena, en una sala del edificio, mientras que el secretario general Pierre Delaunay y el profesor de entrenadores Georges Boulogne fueron retenidos en una oficina aislada del resto de trabajadores. Paralelamente, mientras un grupo de manifestantes levantaba una barricada en la puerta otro colocaba una bandera roja en la fachada. Junto a ella colgaron diversas pancartas reivindicativas. La más llamativa y explicita contenía la leyenda “Le football aux footballeurs” (el fútbol a los futbolistas). Más arriba lucía otra con el lema “La Fédération, propiété des 600.000 footballeurs” (la Federación propiedad de los 600.000 futbolistas).

Miembros del Comité de acción de los futbolistas en la sede de la Federación

Entre los que ocuparon el edificio que albergaba las oficinas de la Federación estaban diversos futbolistas, la mayoría pertenecientes a clubes amateurs de la región parisina. El grupo instigador lo integraron los redactores de Miroir du Football, Francis Le Goulven, Maurice Ragonneau, Jean Norval y el citado Thébaud, todos con licencia federativa ya que anteriormente habían sido futbolistas. Junto a ellos se encontraban jugadores profesionales como el lateral izquierdo André Mérelle y el interior derecho Michel Oriot, ambos pertenecientes por aquel entonces a la displina del Red Star Football Club de Paris, el equipo que Jules Rimet fundó en 1897, que el año anterior había ascendido a la Primera División del fútbol francés. Ellos fueron el núcleo central del autodenominado Comité de acción de los futbolistas.

André Mérelle, junto a Pierre Bernard y José Farias en 1968 con la camiseta del Red Star FC