CHE GUEVARA. UN SÍMBOLO PARA EL FÚTBOL REVOLUCIONARIO (I)

septiembre 29, 2013

Por muchos es conocida la faceta política de Ernesto Che Guevara, el médico argentino que se convirtió en símbolo de la Cuba comunista y en emblema de la izquierda revolucionara a nivel internacional. Quizás está menos acreditada su relación con el balompié. Gran apasionado del deporte, que practicó desde pequeño por prescripción médica, el Che Guevara mantuvo una relación distante pero a la vez próxima con el balón. Más allá de su vinculación personal con el fútbol su figura ha trascendido ligada a dicho deporte hasta el punto ver plasmada su efigie en las camisetas de diversos equipos suramericanos.

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Ernesto Guevara durante su etapa como jugador de rugby (abajo con protector en la cabeza) 

UN ASMÁTICO FORZADO A LA PRÁCTICA DEL DEPORTE

Nacido en Rosario, Santa Fe, en 1928 en el seno de una familia amante de la naturaleza y el deporte, Ernesto Guevara pronto siguió los pasos de sus padres. A los dos años sufrió un grave ataque de asma. Fue entonces cuando los médicos le aconsejaron la práctica deportiva y un cambio de aires. El destino fue Alta Gracia, localidad situada en la Sierra Chica al sur de Córdoba a 400 km de Rosario, donde el aire fresco permitió al joven Chancho, como se le conocía por aquel entonces, a apaciguar su dolencia pulmonar. En la sierra cordobesa se aficionó al alpinismo, aunque en esa época también practicó la natación y el ajedrez, no en vano años más tarde declaró: «el ajedrez es un educador del racicionio». Incluso llegó a ejercer como caddie dado que su familia vivía al lado del campo de golf local. En sus años de formación escolar fue cuando se inició en el fútbol, jugando como portero en el colegio durante los recreos. Lo cierto es que la afición de Ernesto por el balompié vino propiciada por el entrenador de la escuela de Bouer, Paco Díaz, un malagueño que había huido junto a su familia republicana del drama de la Guerra Civil española. Fue el técnico quién decidió que Ernesto ocupara la portería pensando que de esta manera estaría más descansado y podría tener cerca su inhalador Aspomul ante un eventual ataque de asma. Cuando sus padres descubrieron que jugaba al fútbol e intentaron reprimir al técnico, éste les dijo: «Tiene un carácter tan rebelde Ernestito, que no he podido negarle que jugase en el equipo».

Atalaya

Ernesto Guevara, a la derecha, posando junto a sus compañeros del Atalaya

A pesar de ello, si en algún deporte despuntó Ernesto Guevara fue, sin duda, en el rugby. A los 14 años empezó a jugar en el club Estudiantes de Córdoba donde trabó amistad con los hermanos Granados, de hecho fue el mayor de ellos, Alberto, quién le aleccionó para lograr ingresar en el equipo. En 1947, ya en Buenos Aires fichó por el  San Isidro Club, del que su padre fue fundador y su tío Martín Martínez Castro presidente. Allí fue reserva hasta que se agravó su asma y fue descartado. Jugó hasta los 23 años a pesar de las reticencias de su tutor, que percibía al rugby como un deporte excesivamente rudo para un asmático. «Viejo, me gusta el rugby. Y aunque reviente lo voy a seguir practicando» fueron las palabras del joven Guevara a su progenitor. Tras su paso por el San Isidro formo parte del Yporá Rugby Club y, posteriormente, del Atalaya Polo Club. Jugó como tres cuartos y compaginó la disputa de partidos con las tareas de redactor de la revista semanal Tackle, de la que fue uno de sus fundadores junto a su hermano. Una experiencia como periodista que le llevó a cubrir los Juegos Panamericanos celebrados en Méjico en 1955 como corresponsal de la Agencia Latina.

Revista Tackle portada del semanario argentino Tackle

UN HINCHA  QUE NUNCA VIÓ A LOS CANALLAS

La relación de Ernesto Guevara con el fútbol también tiene su vertiente como aficionado. De hecho la hinchada del Club Atlético Rosario Central lo asume como uno de sus seguidores más célebres. Y ello a pesar de que el Che nunca residió en Rosario ni presenció un partido del conjunto canalla. Según su biógrafo, Hugo Gambini, el líder revolucionario jamás piso el Estadio Gigante de Arroyito pero se declaró hincha rosarino como explica el periodista, «Leía las crónicas deportivas para informarse sobre los campeonatos profesionales de fútbol y como la mayoría de sus amigos eran adictos a los mismos clubes (Boca o River) Ernesto quiso elegir uno distinto. Cuando descubrió la existencia de Rosario Central, un club de la ciudad donde él había nacido, adhirió fervorosamente a su divisa. A partir de ese instante le encantó que le preguntaran ‘¿De qué cuadro sos?’, porque le daba la oportunidad de responder con cierta altivez: ‘De Rosario, de Rosario Central. Yo soy rosarino’. No tenía la menor idea sobre esa ciudad ni había visto jamás a su equipo, pero él era rosarino y defendía su identidad…” Algo similar hizo durante su estancia en Córdoba, donde en lugar de seguir a clubes con mayor prestigio como Talleres o Belgrano, Ernesto Guevara simpatizó con el Sportivo Alta Gracia, el modesto conjunto local.

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Enrique ‘Chueco’ García, El poeta de la zurda, toda un leyenda de Rosario Central y el culpable de la afición canalla del Che

En referencia a su predilección por Rosario Central, más allá de reafirmar con orgullo sus orígenes, el Che se hizo hincha de la Academia rosarina por la admiración que sentía por uno de sus futbolistas, el Enrique Chueco García, ídolo de la afición canalla de aquella época. El poeta de la zurda, como era conocido el citado extremo santafecino, por aquel entonces encandilaba a la parroquia de Rosario con sus gambetas desde que en 1933 fichara por el club canalla procedente de Unión Santa Fe. Durante dos años formó una temible y recordada delantera junto a Cagnotti, Guzmán, Potro y Gómez. Guevara también sucumbió a la magia de un futbolista único, de un genio y figura. Aún recuerdan en Rosario cuando en una ocasión tras marcar un golazo tras zafarse de cuatro jugadores rivales volvió al círculo central arrastrando su bota izquierda, cuando un compañero le preguntó ¿Por qué haces eso?, el Chueco le respondió: «Borro la jugada, para que no la copien». En 1936 fue traspasado a Racing dejando una huella imborrable entre la hinchada rosarina.


FÚTBOL Y GUERRA CIVIL: ¿FC BARCELONA, UNA COLECTIVIZACIÓN FRUSTRADA? (III)

mayo 16, 2011

La ampliación del comité de empleados encargado de gestionar el club propició la participación de los trabajadores en la dirección del mismo. Obreros y futbolistas, mayoría en el mismo ante los tres socios representados por ex directivos, fueron quienes ejercieron el control total de la entidad azulgrana desde la creación del comité hasta mediados de 1937. Durante este periodo el club funcionó de forma asamblearia evitando además caer en manos ajenas al mismo.

el entrenador del club, Patrick O’Connell, en el medio con sombrero

UNA PLANTILLA COMPROMETIDA CON EL CLUB

El comité fue el encargado de mantener activo el club durante el estallido bélico. Procuró reorganizar la entidad y mantener, en la medida de lo posible, sin alterar su quehacer diario. A pesar de la disminución del número de espectadores el club continuó disputando partidos amistosos o benéficos hasta que en enero de 1937 se empezó a jugar la llamada Lliga Mediterrània, que contó con la participación de los cuatro equipos mejor clasificados del campeonato de Cataluña y cuatro clubes valencianos (Valencia CF, Hércules, Levante y el Atlético Castellón). El FC Barcelona se alzó con la victoria y también ganó la Lliga Catalana 1937/ 38. Integraron aquella plantilla jugadores como Escolà, Argemí, Balmanya, Rafa, Ventolrà, Zabalo, Urquiaga (portero del Betis fichado poco antes del golpe militar), Areso, Fernando García, Gual, Munlloch, Pagés, Babot, Villaba López, Oró, Raich y el mencionado Esteve Pedrol. Todos ellos se entrenaron a las órdenes del técnico irlandés Patrick O’Connell, a quién los empleados del club ofrecieron la posibilidad de quedarse en Irlanda ya que cuando estalló la Guerra Civil se encontraba en su país natal, algo a lo que O’Connell renunció porque quería cumplir su contrato a pesar de las dificultades derivadas del conflicto bélico.

Barcelona llena de barricadas durante los llamados «Fets de maig del 37»

MAYO DE 1937. EL PRINCIPIO DEL FIN

Los hechos de mayo de 1937, que enfrentaron en la retaguardia a cenetistas y miembros del POUM con el gobierno republicano y los militantes del PSUC y ERC, provocaron el declive de las fuerzas anarco-sindicalistas y de su incidencia en la esfera pública. Ello unido a las enormes dificultades existentes para mantener la actividad deportiva del club y las consecuencias derivadas de la gira americana del primer equipo comportó que los miembros del comité argumentaran que “habían desaparecido los motivos que determinaron esta precipitada resolución”, es decir, la creación del comité. Ante el nuevo escenario que se aventuraba, los propios empleados acordaron retornar la dirección del club a sus anteriores dirigentes. Se ponía fin de esta forma al periodo en que el FC Barcelona evitó la confiscación anarquista mediante la formación de un comité de empleados que se incautó del club y sus dependencias.

militantes del POUM desfilando por las calles de la capital catalana

LA CONFISCACIÓN REAL

A pesar de no lograr su objetivo en el caso del estadio, la CNT- FAI si que consiguió incautarse con otras dependencias del club. Fue en el mes de julio de 1936 cuando milicianos del sindicato anarco-sindicalista confiscaron las pistas que el FC Barcelona tenía alquiladas al Club de Tenis la Salut para que entrenaran los miembros de su sección de tenis, fundada en mayo de 1926. A la finalización de la Guerra Civil el club consiguió recuperar los terrenos pero el elevado coste que suponía su mantenimiento precipitó la disolución de la sección bajo la presidencia de Enrique Piñeyro de Queralt, marqués de la Mesa de Asta, un aristócrata afín al régimen franquista. En la década de los años setanta, coincidiendo con la presidencia de Agustí Montal, el club azulgrana intentó recuperar la sección contando con tenistas destacados como Manuel Orantes, Josep Lluís Arilla o Joan Gisbert.


FÚTBOL Y GUERRA CIVIL: ¿FC BARCELONA, UNA COLECTIVIZACIÓN FRUSTRADA? (II)

mayo 10, 2011

Tras la absorción por parte de la UGT del CADCI, el club quedó en manos de sus trabajadores. De esta manera se frustró la tentativa libertaria de hacerse con el poder en el FC Barcelona. Así, bajo una dirección obrera, tutelada o si más no consentida por la junta directiva precedente, el club evitó caer en manos del sindicato anarco-sindicalista. La colectivización existió pero esta tomó un cariz más bien cooperativista.


carnets de filiación al CADCI de los empleados del FC Barcelona

LA LEGITIMIZACIÓN ANTE EL COMITÉ CENTRAL DE LAS MILICIAS ANTIFASCISTAS

Los dieciséis trabajadores votaron a favor de la creación del comité. Entre ellos se encontraban, según desveló el historiador salmantino Policarpo Sánchez, Rossend Calvet Mata (secretario general), Josep Olivé Serra (cobrador), Manuel Bassols Valls (contable y encargado a partir de entonces de firmar la documentación oficial del club), Josep Farré Julià (oficinista), Josep Cubells Bargalló (conserje del local social), Josep Pujol Malaret (dependiente), Marià Pellegero Gasca (encargado de material, Àngel Mur Navarro (atleta y posteriormente masajista del primer equipo), Eusebi Carbonell i Jaume Roig. Inmediatamente se encargaron de retirar los carteles cenetistas. Lejos de represalias, los milicianos anarquistas respetaron la “acción revolucionaria” de los obreros azulgranas. Para dar legimitidad a la confiscación, los miembros del comité de empleados entregaron una copia del acta de incautación al Comité Central de las Milicias Antifascistas para su autorización y reconocimiento. También se notificó su creación a la Federación Catalana de Fútbol y a las entidades bancarias vinculadas al club: el Banco de Bilbao y la Banca Jover.

En su seno el comité aunó al conjunto de trabajadores de la entidad, tanto de aquellos que se ocupaban de la administración en las oficinas como de los que cuidaban los terrenos de juego, sin importar su filiación sindical ya que además de los miembros del CADCI había otros empleados que militaban en la CNT. Dicha pluralidad se evidenció en uno de sus primeros acuerdos, como fue la decisión de suscribirse a los periódicos Solidaridad Obrera, CNT i Mundo Obrero. Además, el comité también ser acordó no cobrar entrada durante los dos siguientes meses.

Esteve Pedrol i Albareda, jugador del FC Barcelona

LA AMPLIACIÓN DEL COMITÉ DE EMPLEADOS

En la segunda acta del comité figuraron, aparte de los ya citados, los nombres de los empleados que participaron en la formación definitiva del mismo: Manuel Torres (conserje del campo de Les Corts), José Brassó, Joan Sebastián, Pere Ballarín y Àngel Sánchez. En un primer momento, los que actuaron con mayor celeridad fueron los empleados de las oficinas a los cuales, posteriormente, se unieron aquellos que trabajaban cuidando los campos de entrenamiento y el estadio de Les Corts.

El 20 de agosto de 1936 el comité convocó a los jugadores del club para darles a conocer la nueva situación y anunciarles las dificultades que tenía la entidad azulgrana para asumir el pago de sus sueldos. A pesar de ello los quince futbolistas que acudieron a la cita comprendieron la situación y apoyaron en todo momento al recién creado comité. Este fue el caso del mediocentro Josep Raich que renunció a una gratificación de 8.000 pesetas derivada de su renovación.

El 31 de agosto a estos empleados y jugadores, como el portero Ramon Llorens y el mediocampista Esteve Pedrol i Albareda (a posteriori presidente del Sindicato Profesional de Futbolistas), se unieron tres directivos que formaron también parte del comité en su calidad de socios del club: Francesc Xavier Casals, Agustí Bo y Paulí Carbonell. De esta forma el comité consiguió representar a los trabajadores del club, tanto fueran empleados como futbolistas, así como a su masa social, representada por los directivos elegidos en los últimos comicios presidenciales.


FÚTBOL Y GUERRA CIVIL: ¿FC BARCELONA, UNA COLECTIVIZACIÓN FRUSTRADA? (I)

mayo 2, 2011

El levantamiento militar que provocó el inicio de la Guerra Civil española afectó, obviamente, al desarrollo de la actividad deportiva. La contienda motivó la suspensión de diversas competiciones y la muerte y el exilio de muchos deportistas. También los clubes padecieron, de formas distintas dependiendo del caso, las consecuencias del alzamiento y el estallido bélico. Así mientras algunas entidades deportivas se alineaban junto al bando nacional, otras permanecieron fieles al régimen republicano.

alineación del FC Barcelona durante la temporada 1936/37

EL DEPORTE DE MASAS COMO HERRAMIENTA DE PROPAGANDA POLÍTICA

Los dos bandos contendientes trataron de utilizar el deporte como elemento de propaganda para sus respectivas causas. Así, mientras los militares golpistas creaban una selección de fútbol “nacional” para romper el aislamiento internacional disputando algunos encuentros contra otros países con gobiernos totalitarios como Portugal, Alemania e Italia. En las zonas bajo dominio republicano se procuró mantener activas el máximo de competiciones posible como muestra de normalidad a pesar de estar en guerra. En este contexto diversos partidos políticos y sindicatos leales al gobierno de la República se lanzaron a una vorágine de incautaciones con el objetivo de fortalecer sus correspondientes estructuras organizativas y ampliar su presencia pública. Así fue como decenas de periódicos y semanarios fueron confiscados para pasar a ejercer como portavoces de las respectivas organizaciones. Este fue el caso, entre otros, de publicaciones como ABC, bajo control de la Unión Republicana, el Diari de Barcelona, que pasó a ser el periódico oficial de Estat Català, El Siglo Futuro, que cambió su nombre por el de CNT y el del rotativo La Rambla que se convirtió en el órgano oficial del Partit dels Socialistes Unificat de Catalunya (PSUC). También el deporte se vió afectado por esta voluntad de control por parte de partidos y sindicatos e incluso algún club vio peligrar su independencia institucional. Este fue, por ejemplo, el caso del Fútbol Club Barcelona.

portada del Diari de Barcelona con motivo del 11 de septiembre de 1936

FC BARCELONA: ¿DE CLUB LA BURGUESÍA  A CLUB LIBERTARIO?

Tras los primeros días de contienda, el 15 de agosto de 1936, un grupo de milicianos del Departamento de Parques y Jardines de la CNT- FAI se presentó en las oficinas del FC Barcelona y colgó sendos carteles en la puerta de las mismas y también en el estadio de Les Corts. En ellos se anunciaba la incautación del club por parte de dicho sindicato anarco-sindicalista.

Para evitar que el club azulgrana cayera en manos de personas ajenas al mismo, y contando con la connivencia de la junta directiva de la entidad barcelonista, sus trabajadores se coordinaron esa misma mañana para crear un comité de empleados que tuviera legitimidad ante el sindicato libertario para asumir la dirección del club. La creación del un comité de trabajadores evitó la confiscación del FC Barcelona por parte de la CNT. Rápidamente, aquellos empleados que no estaban sindicados se adherieron al Centre Autonomista de Dependents del Comerç i de la Indústria (CADCI), un organismo fundado en Barcelona en 1903 por un grupo de dependientes de comercio y oficinistas de tendencia catalanista.

hoja de contribución al CADCI de seis empleados del FC Barcelona

La sección de trabajo del CADCI, organización presidida en aquella época por el diputado en las Cortes por el Partit Català Proletari (PCP) Pere Aznar Seseres, se vinculó el 6 de agosto de 1936 a la Unión General de Trabajadores (UGT), dirigida entonces por miembros del CADCI pero estrechamente relacionada con el PSUC. Una decisión controvertida ya que fue tomada en una asamblea que contó tan solo con 900 delegados ya que la mayoría de sus más de 23.000 afiliados se encontraban combatiendo en el frente. Con su vinculación a la UGT la sección de trabajo del CADCI, no así el resto de dicha asociación, cumplió con el Decreto de Sindicación Obligatoria promulgado por el Gobierno de la Generalitat de Cataluña.