LAS MALVINAS. 30 AÑOS DE UN CONFLICTO EN CLAVE FUTBOLÍSTICA (II)

marzo 10, 2012

El desembarco de tropas argentinas en las Islas Malvinas provocó una rápida reacción del gobierno británico presidido por Margaret Thatcher. La movilización del ejército fue immediata. El inicio de las hostilidades sólo fue cuestión de días, los que tardaron en llegar al archipiélago los buques de la armada real británica. La guerra fue una realidad, un conflicto que también tuvo su prolongación en el fútbol.

Villa y Ardiles a su llegada al Tottenham posando junto a Keith Burkinshaw

ARDILES- VILLA. UNA DUPLA ARGENTINA EN SUELO ENEMIGO

Corría la temporada 1977/78, aquella en la que el Tottenham Hotspur había logrado el ascenso a la primera división del fútbol inglés de la mano del técnico Keith Burkinshaw tras clasificarse en tercera posición, después de Bolton Wanderers y Southampton, en el campeonato de segunda. Para afrontar el reto de jugar con garantías en la Premier la directiva del conjunto londinense fichó a dos de los jugadores que habían deslumbrado durante el Mundial’78 con la selección argentina, los centrocampistas Osvaldo Ardiles y Ricardo Villa. Así fue como ambos llegaron al fútbol británico en 1978. El primero procedente del Club Atlético Huracán y el segundo fichado de Racing Club.

portadas de revistas deportivas anglo-argentinas sobre Ardiles y Villa

Fueron los dos primeros extranjeros en jugar en el fútbol inglés después que este reabriera sus fronteras a los futbolistas foráneos. Pronto se convirtieron en la referencia del juego de los spurs. Tanto es así que Ardiles fue nominado para ser elegido mejor futbolista de la Premier. Por su parte Villa, en 1981, fue el autor del gol ante el Manchester City que hizo campeón al Tottenham en la final de la FA Cup. Un hito que no pudo repetir cuando en mayo de 1982 su equipo se enfrentó a doble partido al Queens Park Rangers para revalidar el título de campeón de la copa de la asociación inglesa de fútbol. Ricardo Villa, Ricky como era conocido por los aficionados británicos, no fue alineado. El motivo fue que no se consideró idóneo que si el Tottenham se alzaba en el estadio de Wembley con el trofeo la princesa Ana impusiera la medalla a un argentino. Para ese partido, Ardiles ya estaba descartado previamente por su incorporación a la concentración de la selección argentina que tenía que disputar el mundial de España’82.

la dupla argentina exhibiendo la FA Cup conseguida en 1981

LA GUERRA DEL FAIR PLAY

Con Ardiles y Villa el Tottenham completó unas temporadas exitosas. Su estancia en el club inglés coincidió con el estallido del conflicto de las Malvinas. A pesar de la incomodidad que supuso para Villa el hecho de jugar en Inglaterra durante el conflicto bélico, que afectó directamente a Ardiles ya que uno de sus primos el teniente José Leónidas Ardiles murió en combate tras ser derribado el avión que pilotaba aunque Osvaldo ya estaba jugando por aquel entonces como cedido en el Paris Saint Germain, la guerra nunca se trasladó al terreno de juego. Es más, Villa recuerda como durante un partido celebrado en White Hart Lane contra el Leicester, los aficionados visitantes presentes en las gradas del estadio empezaron a abuchearle cada vez que tocaba el balón por su condición de argentino. La reacción del público local dejó sorprendido al futbolista bonaerense cuando escuchó a su hinchada gritar “¡Argentina, Argentina!”. Al final de la contienda Ardiles regresó al Tottenham tras una aciaga temporada en el fútbol francés. A pesar de su momentania ausencia en el PSG y la contienda anglo-argentina, Ossie (mote con el que le conocían los aficionados del Tottenham) continuaba siendo un ídolo entre los seguidores spurs. Pero el conflicto bélico había truncado su proyección. El Tottenham incluso llegó a contratar los servicios de un psicólogo, John Syers, para intentar recuperar emocionalmente al jugador. Aunque como el propio Ardiles reconoció, “mi mundo entero se colapsó tras la guerra en las Malvinas”.

«Ossies Dream», canción conmemorativa de la final de la FA Cup (1981)


LAS MALVINAS. 30 AÑOS DE UN CONFLICTO EN CLAVE FUTBOLÍSTICA (I)

marzo 1, 2012

Tras tres décadas de letargo la disputa entre Argentina y Gran Bretaña por la jurisprudencia de las Islas Malvinas se ha reavivado. El motivo fue la participación del príncipe heredero Guillermo en un entrenamiento como piloto de helicóptero de un buque de guerra británico en la zona. Una presencia que el gobierno argentino entendió como una provocación. Y todo ello cuando el 2 de abril se van a cumplir 30 años del desembarco de las tropas argentinas en las Malvinas.

el príncipe Guillermo durante las controvertidas maniobras

30 AÑOS DE UN CONFLICTO POSTCOLONIAL

A pesar del conjunto de procesos por la independencia que durante los años sesenta del siglo pasado acabaron con buena parte de las colonias de las metrópolis europeas, aún hoy en dia perviven algunos conflictos postcoloniales. Uno de ellos es el que dirime la soberanía de las islas Malvinas, un pequeño archipiélago situado en el Atlántico Sur que a mediados del siglo XIX, tras años de presencia francesa y española, fue ocupado por Gran Bretaña. Fue en enero de 1833 cuando desembarcaron las fuerzas británicas tomando posesión de las Falkland Islands, nombre inglés con que se conoce al archipielago. Desde entonces las peticiones de los sucesivos gobiernos argentinos reclamando su devolución han sido una constante.

portadas de la revista Gente sobre la ocupación argentina de Las Malvinas

El punto más álgido de esta disputa aconteció en 1982 cuando estalló la Guerra de las Malvinas. El 2 de abril de ese año diversas unidades militares argentinas ocuparon las islas en la llamada Operación Rosario. La respuesta del gobierno británico presidido entonces por la primer ministro Margaret Thatcher no se hizo esperar. Seis semanas más tarde las tropas británicas desembarcaban en las Malvinas. La guerra anglo-argentina era una realidad.

LA GUERRA DE LAS MALVINAS. LA CONTIENDA DE LA DICTADURA

A nadie escapa que la declaración de guerra por parte de la Junta Militar argentina, presidida por aquel entonces por el general Leopoldo Galtieri, pretendía desviar la atención sobre los problemas económicos y la tensión social que vivía el país tras años de dictadura y, a la vez, unificar bajo el manto del patriotismo a toda la población. Con los británicos como culpables de todos los males del país el gobierno militar pretendía esquivar la asunción de los verdaderos problemas que acuciaban a la sociedad argentina: la enorme inflación, el empobrecimiento de las clases medias, el incremento de la deuda externa, el descenso de los salarios o el aumento de la pobreza.

el general Leopoldo Galtieri, sucesor de Lacoste en la presidencia argentina

Finalmente, el 14 de junio de 1982, el éxito de la Operación Corporate provocó que el ejército argentino se rindiera. La derrota militar supuso el restablecimiento de la administración británica del archipiélago. A pesar de la brevedad de la contienda, 649 soldados argentinos y 255 británicos perdieron la vida, también murieron tres isleñas cuando por error un proyectil lanzado por la fragata Avenger alcanzó su vivienda.

militares argentinos posando con una bandera británica tras el desembarco


SCUTTLERS: LOS PANDILLEROS DE LA SEGUNDA REVOLUCIÓN INDUSTRIAL (III)

agosto 14, 2011

Los episodios de violencia y vandalismo scuttler influyeron decisivamente en su declive definitivo. El temor que suscitaron entre la ciudadanía y la administración sus actos originaron las múltiples iniciativas que determinarían su futuro inmediato. Paradójicamente, estas combinaron los castigos más inflexibles con proyectos de índole educativa basados en las nuevas formas de ocio emergentes a finales del siglo XIX.

representación gráfica del look scuttler

LA CRIMINALIZACIÓN DE UN ESTILO PRECURSOR

Los scuttlers construyeron su propio estilo a partir de elementos como la vestimenta. Así fue como se distinguían del resto de jóvenes de clase trabajadora. Su atuendo habitual lo componía un chaqueta de anchas solapas, un chaleco, unos pantalones algo acampanados de corte marinero, un cinturón con hebilla, un pañuelo de seda anudado al cuello, una gorra con visera que inclinaban hacía la izquierda para dejar visible su peinado y unos zapatos estrechos con puntera de bronce. Llevaban el pelo corto en la parte posterior y a ambos lados de la cabeza pero se dejaban crecer algo más el flequillo, un corte que se popularmente se conocía como “donkey fringes”.

El interés suscitado por los altercados que protagonizaron estos adolescentes provocó que, por primera vez en la historia, la prensa británica asociara explícitamente indumentaria y delincuencia. Periódicos como el Daily Graphic publicaron artículos sobre la vestimenta de los scuttlers, llegando incluso a reproducir el “uniforme” de los jóvenes vándalos. También la literatura se acercó al fenómeno. En 1899 se publicó el libro The Hooligan Nights del novelista Clarence Rook, que relataba las vivencias de un delincuente juvenil de diecisiete años llamado Alf. Rook se inspiró para escribir su obra en la figura de Patrick Hooligan, un portero de Lambeth de origen irlandés que asesinó a un policía y acabó muriendo en la cárcel. Según el propio Rook, Hooligan se convirtió en una especie de mito en los bajos fondos, toda una leyenda del hampa de la época. Aunque esta es una de las versiones más versemblantes que existen sobre el origen del término hooligan, posteriormente, nuevas investigaciones lo vincularon a otras procedencias.

Sir John Day, conocido como Mr. Justice, uno de los jueces mñas beligerantes

La alarma social que causaron las actuaciones vandálicas de los scuttlers tuvieron su respuesta en las contundentes sentencias judiciales que les fueron impuestas. La magistratura y las autoridades, en su objetivo por preservar a la juventud y por extensión al resto de la sociedad de lo que entendían como “alienaciones salvajes”, dictaron condenas ejemplares. Cerca de 800 jóvenes fueron acusados y sancionados por “conducta desordenada voluntaria”. Algunos de ellos incluso fueron recluidos en un barco mercante adecuado para confinar a rateros cuando tan sólo tenían catorce años. Pero las repercusiones del fenómeno scuttler fueron más allá de las medidas adoptadas por el estamento judicial. También desde el gobierno se emprendieron iniciativas, con carácter de urgencia, para acabar con la violencia de las bandas juveniles, como la reforma del código penal británico para menores.

agentes de policia de Manchester durante la década de 1880

EL FIN DE LOS SCUTTLERS: EL FÚTBOL COMO ELEMENTO CONCILIADOR DE LA CONDUCTA

La severidad de las penas impuestas por los jueces junto a otros factores, como la reestructuración urbanística que sufrieron los suburbios o la creación de los llamados Working Lads’ Clubs (clubes de chicos trabajadores) como el que se inauguró en Coronation street en Saldford, impulsaron la desaparición de las bandas. Los programas educacionales estatales y las iniciativas filantrópicas, junto a las nuevas ofertas de ocio, provocaron que los adolescentes se alejaran progresivamente de las actitudes delincuenciales precedentes. Entre las innovadoras propuestas de diversión que atrajeron a estos jóvenes se hallaba el cine y el deporte.

Una de las alternativas a la guerra de bandas precedente que caló con más éxito entre la juventud fue la creación del St Marks Football Club. Un modesto equipo del sudeste de la ciudad que en 1984 pasó a denominarse Manchester City FC. La formación del equipo consiguió alejar a los adolescentes de West Gorton, uno de los barrios de la ciudad, de las actividades delictivas.


SCUTTLERS: LOS PANDILLEROS DE LA SEGUNDA REVOLUCIÓN INDUSTRIAL (II)

agosto 8, 2011

El fenómeno scuttler, inicialmente restringido a Manchester y aledaños, vivió una rápida expansión. La misma coincidió con su mayor proyección mediática tras los altercados que protagonizaron los miembros de las bandas. Ello comportó la constatación de la existencia de un estilo juvenil, el primero en la historia contemporánea de Gran Bretaña.

scuttler de Saldford a inicios de la década de 1890

1890: LA GRAN BRONCA

La mayor visualización pública del fenómeno scuttler aconteció en 1890 cuando en un incidente entre bandas rivales se vieron implicados cerca de medio millar de jóvenes. La mayoría de los participantes acabó cumpliendo condena en la prisión de Strangeways de Manchester, uno de los centros penintenciarios con peor fama del país. La ciudad pronto se convirtió en el epicentro de un estilo que se propagó a escala nacional. Sus integrantes contaron con una vestimenta característica y un argot callejero propio. El bravucón estilo scuttler se propagó más allá del Gran Manchester. En otras grandes ciudades aparecieron bandas similares que recrearon la imagen y las particularidades de los pandilleros pioneros. Así fue como se gestaron grupos juveniles de extracción obrera similares, como los Peaky Blinders en Birmingham, los High Rip en Liverpool o los Monkey’s Parade y los Bowry Boys del este de Londres.

Algunos de sus miembros acostumbraban a ir armados, aunque no eran una mayoría. Habitualmente usaban en sus peleas cuchillos y las hebillas de sus anchos cinturones de cuero decoradas con siluetas de serpientes o corazones atravesados con flechas o el nombre de su amada, que se anudaban en las manos para golpear con contundencia a sus rivales. Su principal objetivo, lejos de matar, era mutilar o desfigurar parte del rostro del adversario para intimidarle y preservar así su territorio de forasteros. Unas acciones que deben enmarcarse en un tipo de violencia ritual dirigida a impresionar a los pandilleros rivales y las chicas del barrio. Contrariamente a lo que pueda parecer, las muertes atribuidas a los scuttlers entre 1870 y 1890 no superaron la media docena. Entre ellas, la del niño de diez años John O’Toole y la del miembro de los Bengal Tigers, Joe Brady. Sobre los heridos, sólo durante la década de 1890, el hospital Manchester Royal Infirmary atendió casi a diario algún lastimado por enfrentamientos entre bandas scuttlers. Los agredidos también podían ser simples ciudadanos que reprobaban los actos de los pandilleros o peatones extraviados que paseaban por su territorio.

ficha policial de Alexander Pearson, scuttler de Ancoats encarcelado en 1892

DELITOS Y PREJUICIOS. UN ORÍGEN DEL HOOLIGANISMO

Sin duda, una de las agresiones que tuvo mayor repercusión mediática ocurrió en 1892, cuando tres jóvenes de 16 años integrantes de la banda de Lime Street cometieron un asesinato. La víctima fue un adolescente de otra pandilla rival al que apuñalaron por la espalda. El autor confeso del homicidio, William Willan, pidió clemencia ante el magistrado aduciendo su corta edad y su condición de vagabundo. Lejos de amilanar al juez, Willan fue condenado a muerte, aunque la pena le fue conmutada y acabó cumpliendo cadena perpétua.

Seis años más tarde, un suceso parecido acabó con la vida de un inmigrante armenio que cayó asesinado a manos de una banda scuttler en el sur de Londres. No era la primera vez que los pandilleros atacaban a un extranjero, asaltos similares contra jóvenes judíos en el sur y este de la capital británica se sucedieron a lo largo de toda la década. Según diversos expertos, los mismos reflejaban la ansiedad de los adolescentes locales por la competencia que, según ellos, suponían los inmigrantes en el ámbito laboral y en el de la vivienda.

El crimen de Londres se unió a las detenciones por embriaguez, los robos de joyerías, los asaltos a agentes del orden y las peleas callejeras que durante el mes de agosto de ese mismo año habían protagonizado los scuttlers en diversas ciudades del país. El aumento de los actos vandálicos alarmó a la sociedad. Fue entonces cuando la prensa se acercó al fenómeno e introdujo un nuevo epíteto para designar a los adolescentes violentos: hooligan. El término, de origen irlandés, encerraba en si mismo en aquella época connotaciones peyorativas dados los prejuicios existentes en Inglaterra por aquel entonces contra los irlandeses.

Sir Justice Day, conocido como Judgement Day, uno de los jueces más implacables con los scuttlers

Así fue como a partir de entonces a los pandilleros protagonistas de trifulcas y peleas se les empezó a denominar hooligans. Una locución que haría fortuna en los años setenta cuando se asoció a los seguidores radicales del fútbol británico. En los albores del siglo XX sirvió para designar a los adolescentes encuadrados en bandas como los Lion Boys, la Pistol Gang de Clerkenwell, los Drury Lane Boys, los Somers Town Boys o los Fulham Boys londinenses.