El descenso de River Plate a la segunda división de fútbol argentino, tras perder la eliminatoria de promoción y descenso contra Club Atlético Belgrano de Córdoba, provocó las iras de su hinchada más radical, Los Borrachos del Tablón, la llamada barra brava de River. Los altercados protagonizados por los seguidores radicales “millonarios” tras consumarse el descenso del equipo bonaerense arrojaron un balance de un policía muerto, 72 heridos y 37 detenidos.
barristas de River destrozando las instalaciones del Monumental tras el descenso
ORÍGENES DE LA BARRA BRAVA MILLONARIA
Fue a finales de la década de los sesenta cuando se creó la hinchada radical de River bajo el auspicio de Julián William Kent, presidente del club entre 1968 y 1973, con la intención de crear un grupo que presionara a los jugadores cuando estos disputaran un mal partido. Desde entonces sus miembros han copado las portadas de los tabloides argentinos convirtiendo a Los Borrachos del Tablón en una de las aficiones más violentas y temidas del país. El grupo creció bajo el liderazgo de Matutito, el capo de la barra en sus inicios, al que sucedió Alberto Matute Taranto, de la banda de Palermo Viejo, que sería asesinado en 1983 tras asistir a un clásico Boca- River en el estadio de Vélez Sarfield tras recibir un disparo de Miguel Ángel Bomparola, el Negro Bompa, un oficial de la policía federal miembro como él de la barra “millonaria”. Al entierro del Matute Taranto acudió en persona el entonces máximo dirigente del club, Rafael Aragón Cabrera, una muestra más del poder del grupo en la institución. Fue en esos años cuando se forjó la idiosincrasia de la barra que empezó a ejercer como grupo de presión dentro la entidad. Como la mayoría de las hinchadas radicales en Argentina, Los Borrachos del Tablón se erigieron en un lobby interno del club bonaerense. Así fue como empezaron a tejer una red de influencias y connivencias, tanto con dirigentes como con las fuerzas del orden, que les permitió conseguir cierta inmunidad y diversas prebendas con las que se autofinanciaron. En el caso de River, la relación entre directivos y radicales fue más que evidente, resultando durante el segundo mandato en la presidencia de José Maria Aguilar ciertamente escandalosa, como evidenció el asalto de los hinchas a la tienda del club para saquearla y revender los artículos de la marca Adidas que vestía a River. En este sentido, los grupos argentinos difieren de sus homólogos europeos puesto que estos últimos carecen del poder que ostentan las barras bravas en sus respectivos clubes.
accesos al estadio Monumental destrozados tras los disturbios
LA CULTURA DEL PESO, LA GRADA COMO MODO DE VIDA
Entre los diversos sistemas de financiación con que cuentan las barras bravas en general y la de River en particular se encuentra la reventa de entradas. Es el propio club el que otorga un paquete de entradas a los radicales para que estos las vendan y puedan financiar sus actividades. En el caso de River Plate la cifra de dinero que puede llegar a mover la barra en la reventa de un partido en el Monumental oscila entre los 60.000 y los 80.000 pesos. Pero los beneficios del grupo no se circunscriben únicamente a los encuentros de fútbol, también gozan del privilegio de revender entradas de los espectáculos musicales que se organizan en el estadio. Además controlan el negocio alrededor de los aparcacoches del recinto del club y la venta de merchandising no oficial, actúan como miembros de seguridad en los recitales e incluso se encargan de organizar el alquiler de los autobuses con los que se desplaza la hinchada radical cuando River juega fuera de su terreno de juego. Para la barra brava el fútbol deja de ser un mero pasatiempo deportivo para pasar a ser su modus vivendi. Su poder en este sentido llega hasta el punto que Marcelo Parrilli, abogado y socio de River, asegura que los barristas han llegado a cobrar un porcentaje del traspaso de jugadores como Gonzalo Pipita Higuain, delantero del Real Madrid o el portero Juan Pablo Carrizo, vendido a la SS Lazio. Incluso algunos representantes de jugadores han llegado a pagar a los barristas para que no gritaran contra su cliente si este jugaba mal o para que lo alentaran y aumentase su popularidad entre la afición. Tampoco los profesionales han escapado del poder de los barras bravas que, para evitar intimidaciones y problemas, les entregan una parte de su ficha anual.
«trapo» de los Borrachos del Tablón en un desplazamiento a Bolívia
Otros rumores apuntan como la barra brava tiene en la venta de drogas en las gradas otra de sus fuentes de financiación. En 1998, el que fuera máximo mandatario de River Plate entre 1989 i 1997, Alfredo Davicce, manifestó como Los Borrachos del Tablón vendían cocaína en el mismo estadio Monumental con total impunidad. Lejos de acabar con la misma, la llegada de Daniel Passarella a la presidencia no cambió en demasía las relaciones que desde hace años mantiene el club con los barristas. Prueba de ello fue la designación como vicepresidente del Departamento de Seguridad de El Negro Bompa o la protección de que gozan otros barras brava de River como El Turco Arón o el especialista en reventas Jajo el Piojoso, además de Gabriel Riccio El Mecánico, miembro de la Comisión Directiva, o El Traficante Reyes, nuevo gerente del estadio. Este último, además de empleado del club es militante del PRO, el partido político de centro derecha fundado por Mauricio Macri, ex presidente de Boca Juniors y gobernador de la capital argentina.