LA PRIMAVERA EGIPCIA REBROTA EN OTOÑO. LOS ULTRAS COMO FUERZA OPOSITORA AL ISLAMISMO

diciembre 12, 2012

Con motivo de la disputa este miércoles de la semifinal del Mundial de Clubes organizado por la FIFA en Japón que enfrenta al Corinthians brasileño con el Al-Ahly egipcio retomamos nuestras entradas sobre la participación de los ultras en la denominada Revolución del 25 de enero que comportó la deposición del rais Hosni Mubarak y el inicio de un proceso de transición política en el país.

abu

el veterano Mohamed Aboutrika, toda una leyenda del Al-Ahly celebrando su gol ante el Sanfrecce Hiroshima

El éxito conseguido por el conjunto congolés TP Mazembe al llegar a la final del Mundial de Clubes en el año 2010 situó al fútbol africano en la élite internacional de este deporte. Más allá de las actuaciones mundialistas de selecciones como la camerunesa i la nigeriana, si algún equipo simboliza el triunfo del fútbol en este continente es el Al-Ahly egipcio. No en vano es el conjunto más laureado de África con 16 títulos internacionales.

El Nacional, esta es la traducción del nombre del club en árabe, disputa esta edición como actual campeón de la Liga de Campeones africana, título que consiguió al batir al Espérance tunecino. Para ganar su séptima champions el equipo tuvo que superar diversas adversidades. Con el fútbol parado en su país desde la tragedia de Port Said, ocurrida en febrero de este año y donde perdieron la vida 79 personas, los futbolistas del Al-Ahly sólo entrenaron para poder jugar las eliminatorias de la Liga de Campeones africana que se celebraron a puerta cerrada por temor a posibles incidentes. La decisión de participar en el torneo contó con el rechazo de sus aficionados más radicales, los Ultras Ahlawy (UA07), que querían que no se jugará ningún encuentro hasta que los responsables de la masacre en que murieron 72 seguidores del club cairota –entre los que se encontraban diversos integrantes del grupo radical–  sean juzgados y condenados. la presión de los ultras se extendió también a los dirigentes de la Federación de Fútbol Egipcia (EFA) que pretendían retomar la competición de liga sin esperar a la celebración de las vistas.

mhs

mural en Mohamed Mahmoud Street en recuerdo de los mártires de UA07

Con el parón del campeonato local y después de recuperarse del golpe vivido en Port Said, donde algunos aficionados murieron en los vestuarios al lado de los jugadores, la plantilla del Al-Ahly decidió homenajear a los «mártires» (acepción popular para mentar a los muertos durante la revuelta en Egipto) de la mejor manera que sabían, es decir jugando a fútbol. Bajo esta determinación aparecieron en el Toyota Stadium, luciendo brazaletes negros en recuerdo de los aficionados fallecidos. Tras consumarse la victoria por 1 a 2 ante el Sanfrecce Hiroshima japonés, los futbolistas egipcios, emocionados, se arrodillaron sobre el césped. «Jugamos por los mártires y sus famílias» manifestaron algunos jugadores, que tras obtener la Liga de Campeones ya habían tenido un detalle con sus aficionados fallecidos en Port Said cuando dieron la vuelta de honor en el Stade Olympique de Radès luciendo unas camisetas con el número 72, la cifra de seguidores muertos en dicha tragedia.

Mientrastanto, en El Cairo los Ultras Ahlawy participaban en las mobilizaciones contra el nuevo presidente del país, Mohamed Mursi. Alienos al éxito cosechado por el equipo en los cuartos de final del Mundial de Clubes, los radicales del Al-Ahly se concentraron en los alrededores del edificio que alberga la Asamblea del Pueblo y también en la Plaza Tahrir. Contrariados con el giro impuesto por Mursi y los Hermanos Musulmanes, los ultras se han convertido en una de las fuerzas más organizadas de la oposición a los islamistas. más allá de protagonizar el llamado «Miércoles sangriento» (episodio conocido en los paises occidentales como «la batalla del camello») donde se enfrentaron a la policía y a partidarios de Hosni Mubarak, los ultras se han posicionado activamente a favor de una revolución social real.

alhaly

homenaje de los UA07 a sus 74 miembros fallecidos

Su principal objetivo siguen siendo las fuerzas de seguridad. Por eso, a pesar de no participar del debate ideológico, si que se han mostrado partidarios de una renovación que trastoque las estructuras de poder del país, entre las cuales se encuentran las fuerzas armadas y la policía. Los ultras, que primero asistían a título individual a las mobilizaciones, posteriormente acudieron en masa. Muchos de los 8.000 miembros de los Ultras Ahlawy, liderados por el joven Karim Adel, integraron la marcha que el grupo organizó para manifestarse en la Plaza Tahrir. Entonando cánticos, enarbolando bengalas y ondeando banderas negras –en recuerdo de sus compañeros caídos– los ultras escenificaron su fuerza ante el resto de grupos opositores. Aunque no se hayan pronunciado políticamente, como grupo se definen como apolíticos, muchos de sus integrantes expresan sus simpatías por Mohamed El-Baradei, ex director de la Agencia Internacional de la Energía que se postula como candidato a ocupar la jefatura del gobierno.

ua07

camiseta que rememora a los 74 mártires de los Ultras Ahlawy

Así, mientras Aboutrika y Hamdy marcaban los goles que clasificaban al conjunto egipcio para las semifinales del Mundial de Clubes, sus aficionados radicales se manifestaban en las calles contra la política del presidente Mursi sin olvidar su máxima «vivimos por el fútbol y moriremos por el fútbol». Cuando el balón corra por el césped del Toyota Stadium los Ultras Ahlawy rendirán su particular homenaje a sus mártires vistiendo una camiseta con el número 74 (los 72 muertos en Port Said más un seguidor fallecido durante el llamado «Viernes de la ira» y otro abatido durante la mobilización del «consejo de ministerios») configurado con los nombres de todos los hinchas fallecidos.

ultras cairotas participando en las mobilizaciones de la Plaza Tahrir


EL FUTBOL LIBIO BAJO EL RÉGIMEN DE GADAFFI. DE DEPORTE ANTIREVOLUCIONARIO A DETONANTE DE LA REVUELTA DEL 17F (VI)

septiembre 21, 2011

El balompié libio se convirtió en un reflejo de las transformaciones sociales que sufrió el país tras el comienzo de las protestas iniciadas a mediados de febrero. Con el campeonato de liga suspendido por las hostilidades tampoco la selección nacional pudo desarrollar su actividad habitual. Tras la caída de Trípoli, el Consejo Nacional de Transición (CNT) trató de normalizar la cotidianidad de la población. Uno de los ámbitos en los que trabajó, además de tratar de reanudar la producción de petróleo para financiar la contienda, fue el deportivo.

felicitación de los seguidores del Al Ahly de Tripoli a Gadaffi en el aniversario de la revolución

DEL VERDE AL BLANCO. UNA NUEVA SELECCIÓN NACIONAL

Tras siete meses de conflicto la sociedad libia empezó a vislumbrar los primeros cambios. El 3 de septiembre el combinado nacional jugó su primer partido oficial desde el inicio de la revuelta. El encuentro, correspondiente a la fase de clasificación para la Copa Africana de Naciones, le enfrentó a Mozambique y se disputó a puerta cerrada por motivos de seguridad en el estadio de El Cairo. El verde oficial del régimen dio paso a un nuevo uniforme que recuperaba el blanco de la era pre-Gadaffi combinado con los colores de la nueva enseña nacional tricolor. Con él los jugadores libios, muchos de ellos integrantes de la plantilla del Al Ahly Bengasi SC,  lograron derrotar a su débil contrincante por 1 gol a 0, obra de Riyadh al Laafi, extremo del Al Ittihad de Trípoli.

La mayoría de los futbolistas que consiguieron la primera victoria para la nueva selección libia se habían mantenido alejados del frente. Sólo cuatro de ellos, como el portero Juma Gtat, optaron por unirse en junio a los rebeldes. Junto a estos, otros catorce futbolistas decidieron alinearse con las fuerzas insurgentes. También se adhirió a las protestas contra Gadaffi el técnico del Al Ahly de Trípoli Adel bin Issa.

Juma Gtat posando en un vehículo armado rebelde en la ciudad de Zintan

Su posicionamiento a favor del CNT les valió la reprimenda de los jerarcas del régimen y de compañeros de profesión como el centrocampista Tariq Ibrahim el Taib, jugador internacional que inició su carrera en el club entrenado por Bin Issa. El Taib manifestó su rechazo a los rebeldes, a los que identificó como “perros y ratas”.

VICTORIA Y HOMENAJE A MOHAMED AL NABUS

La primera victoria de la renovada selección trascendió el ámbito deportivo. Fue un triunfo con un alto contenido simbólico como manifestó un aficionado anónimo: “Fue algo especial en todos los sentidos. Es una victoria para los mártires, no sólo un partido de fútbol”. Así lo entendió también uno de los jugadores del renovado equipo nacional, Ahmed Almasli, cuando tras pitar el árbitro el final del partido festejó la victoria con una camiseta con la leyenda: “No te olvidaré, Mohammed el combatiente y los mártires”. El lema hacía referencia a Mohamed Al Nabus, un ingeniero de telecomunicaciones que se convirtió en todo un símbolo de la resistencia en Bengasi tras morir al recibir un balazo durante una protesta ocurrida en dicha ciudad el 19 de febrero. Al Nabus, a través de su blog, difundía imágenes sobre la represión que Gadaffi ejercía contra los manifestantes. Su muerte le convirtió en uno de los mártires de febrero que Almasli homenajeó en el Petrosport Stadium de El Cairo.

Libia ganó en su retorno a la competición oficial con un solitario gol del extremo Al Laafi ante la selección de Mozambique


EL FUTBOL LIBIO BAJO EL RÉGIMEN DE GADAFFI. DE DEPORTE ANTIREVOLUCIONARIO A DETONANTE DE LA REVUELTA DEL 17F (V)

septiembre 15, 2011

Las políticas autoritarias impuestas por Gadaffi, junto a la represión de todo signo de disidencia, favorecieron la aparición de las primeras muestras públicas de desencanto. Mezquitas y estadios fueron los principales escenarios donde los opositores manifestaron su frustración. Tras años de coacciones y prohibiciones, el malestar estalló en forma de revuelta. La población libia salió a la calle para protestar. Se estaba fraguando la Revolución del 17-F.

familiares de las víctimas de la Masacre de Abu Salim manifestándose

ESTALLA LA REVUELTA EN LAS CALLES DE BENGASI

Para entender las causas que generaron la llamada Revolución del 17-F es preciso remontarse a un hecho que ocurrió en 1996, cuando cerca de 1.200 islamistas fueron masacrados en la cárcel de Abu Salim de Trípoli por las fuerzas del orden. Este sería un nuevo episodio de represión del régimen si no fuera porque el abogado que en su momento representó a los familiares de las víctimas, el letrado Fati Terbi, fue detenido el 15 de febrero de 2011. Su arresto provocó una gran protesta en Bengasi que fue disuelta con fuego real por parte de la policía libia. Ese fue el detonante que desencadenó la llamada Revolución del 17-F en la que los seguidores del Al Ahly y los habitantes de Bengasi se convirtieron en los primeros en salir a la calle para protestar contra el régimen de Gadaffi.

Tan sólo tres días más tarde, las fuerzas del orden mataron en Bengasi a catorce manifestantes. Un día después, la nómina de muertos creció en una docena más tras la actuación del ejército. La ciudad, con su millón de habitantes, se convirtió en el principal feudo de los rebeldes. La Plaza de los Juzgados, rebautizada por los opositores como Plaza de la Libertad, que acogía uno de los cuarteles generales de los sublevados se convirtió en el símbolo de las protestas. Fue allí donde el Al Ahly Bengasi SC instaló una tienda para conseguir fondos para la revolución. Bengasi pasó a ser el corazón de la Libia rebelde y los shebabs, jóvenes manifestantes reconvertidos en guerrilleros, fueron los protagonistas de la revuelta.

miembro de las fuerzas insurgentes paseando ante un mural de la enseña del CNT

Paradójicamente, coincidiendo con la eclosión de la Revolución del 17- F, Al- Saadi Gadaffi, que ostenta como su padre el rango de teniente coronel del ejército libio, se encontraba en Bengasi. Aprovechó su estancia para liderar a las tropas leales a su padre y reprimir las protestas populares. Para calmar a los airados manifestantes Al- Saadi prometió que se acelerarían las obras de reconstrucción del estadio del Al Ahly, en un intento desesperado por congraciarse con la multitud. En esa misma línea el capitán del equipo, el centrocampista Moataz Ben Amer, recibió una llamada para que se presentara en los estudios de televisión para grabar un mensaje condenando públicamente las protestas. Ben Amer colgó. También lo hizo el presidente del club tras pedirle que relacionara a los manifestantes con Al-Qaeda. En Bengasi nadie creía ya las palabras de Al- Saadi. El hijo del líder libio tuvo que huir junto a sus guardaespaldas y demás acólitos no sin antes ordenar a sus fieles disparar contra los manifestantes desarmados.

al- Saadi exhibiendo una camiseta del Sao Paulo FC con su nombre

GUERRA Y RECONSTRUCCIÓN

Con el final del conflicto aún latente, en Bengasi los insurgentes ya se apresuraban a planificar la reconstrucción de la ciudad. Uno de los recintos que pretenden reedificar es el estadio del Al Ahly, que desde 2005 juega sus partidos en el llamado Estadio Hugo Chávez, un moderno complejo deportivo con capacidad para 11.000 espectadores que desde el mes de febrero, coincidiendo con el estallido de la revuelta pasó a llamarse Estadio de los Mártires de Febrero. A pesar de que hoy en día el viejo estadio no es más que un montón de escombros flanqueados por alguna torre eléctrica oxidada, en sus muros sigue viva la pasión de sus aficionados por el club. Pintadas con eslóganes como “Ahly te amanos” se mezclan con  otras que reproducen los colores verde, negro y rojo de la enseña del Consejo Nacional de Transición (CNT).

En las vallas que cercan el solar donde antes se levantaba el estadio los aficionados del Al Ahly han colgado banderas tricolores del CNT y pancartas con mensajes como “Somos la generación de la furia. Tu nos distes ese nombre. Ahora vas a ver una furia como jamás habrías imaginado”, que rememora el apelativo despectivo con el que en su momento Gadaffi se refirió a la afición del Al Ahly Bengasi SC.

Ben Amer celebrando un gol con la camiseta del Al Ahly Bengasi SC

En el frente son visibles entre los guerrilleros partidarios del CNT las camisetas rojas de un club diezmado por el conflicto. Con su presidente en el exilio, su entrenador y diversos de sus jugadores regresaron a sus países de origen, mientras algunos de los futbolistas libios se unían a los insurgentes. Solo continúa en Bengasi la mitad de la plantilla. Lo único que los mantiene unidos son los entrenamientos que organizan en un pequeño bosque de las afueras de la ciudad donde corren durante unos minutos para olvidar el drama que sufre su país. Incluso plantearon al CNT la posibilidad de disputar un partido amistoso para celebrar el avance de los opositores a Gadaffi. Los problemas de seguridad impidieron su disputa como ya hicieran en su momento con el campeonato de liga libio. Mientras tanto, Ben Amer y sus compañeros siguen entrenando, donando sangre y visitando a los heridos en Misrata esperando el día en que puedan volver a jugar un partido donde se levantaba su antiguo estadio.


EL FUTBOL LIBIO BAJO EL RÉGIMEN DE GADAFFI. DE DEPORTE ANTIREVOLUCIONARIO A DETONANTE DE LA REVUELTA DEL 17F (I)

agosto 25, 2011

La llegada al poder en septiembre de 1969 de Muammar al- Gadaffi, por aquel entonces un desconocido capitán del ejército, supuso la instauración en Libia de la llamada “República libre y autogobernada”. El joven militar, de tan sólo 27 años, logró liderar el movimiento revolucionario que derrocó al régimen monárquico instaurado en dicho país norteafricano tras su descolonización en 1951. La victoria del golpe de estado protagonizado por Gadaffi supuso el exilio del rey Muhammad Idris al-Senussi y la proclamación de una República árabe socialista, inspirada en el modelo egipcio de Nasser.


un joven Muammar al- Gadaffi en 1969

EL LIBRO VERDE: EL FÚTBOL COMO DEPORTE ANTIREVOLUCIONARIO

Acérrimo partidario del panarabismo islamista en clave socialista, Gadaffi implantó un sistema de gobierno autoritario conocido como Jamahiriya (Estado de las masas) que preveía una supuesta participación directa del pueblo en la toma de decisiones. El líder libio recogió su ideario en el llamado Libro Verde, una obra en tres volúmenes que escribió entre 1975 y 1979 donde expuso su pensamiento político. El texto se convirtió en al manual de referencia del régimen libio.

En uno de los pasajes de la obra el líder de la llamada “Revolución verde”, como hicieron otros líderes del islamismo radical, repudió la práctica deportiva. El coronel mostró su rechazo en estos términos: “Los aficionados al fútbol y a los deportes son completamente idiotas, hasta el punto de que llevan a los campos todas sus frustraciones e incapacidades. Son gente fracasada”. Una postura que mantuvo a lo largo de su trayectoria política al frente del gobierno del país, como evidenció un escrito de 2006 en el que manifestó que “quienes padecen futbolmanía y son adictos al juego, poseen mayor riesgo de desórdenes psicológicos y nerviosos”. A pesar de mantener sus reticencias, Gadaffi no perdió la oportunidad de utilizar el fútbol como herramienta de control social y arma diplomática para mejorar su imagen a nivel internacional.

el máximo dirigente de la Revolución Verde ojeando su obra

AL- SAADI, EL DÍSCOLO HEREDERO

La opinión de Gadaffi sobre el balompié no fue compartida por el tercero de sus ocho hijos, Al- Saadi, todo un apasionado de este deporte. Su interés por el fútbol llegó hasta el extremo de utilizar sus influencias para ocupar la presidencia de algunos clubes, de la propia Federación de Fútbol Libia e incluso del Comité Olímpico Libio. Pero el vínculo del vástago del gobernante no se circunscribió únicamente al ámbito directivo. A los 27 años se calzó las botas para intentar emular a sus ídolos en contra de la opinión de su padre, que al conocer las intenciones de su hijo le espetó: “Debes ser algo más que futbolista, eres más grande que eso”.

El primer club donde militó Al- Saadi fue el Al Ahly Sporting Club de Trípoli. Vistiendo su uniforme verde marcó 3 goles en 74 partidos durante la temporada 2000/ 01. Un año después fichó por su máximo rival ciudadano, el Club Social Cultural y de Gimnasia Al Ittihad, equipo fundado en 1944 tras la fusión del Al Nahda y el Al Shabab. Al- Saadi, que ocupó la presidencia de la institución, lució la camiseta roja del club de Bab Ben Gashier durante dos temporadas hasta que en 2003 dio el salto a Europa. Según su entrenador, el resignado ex futbolista del Torino Giuseppe Dossena, Al- Saadi se encargaba de dictar las alineaciones. Acostumbraba a jugar los noventa minutos y sólo era substituido cuando él quería.

Al- Saadi luciendo el número 9 del Al Ittihad de Trípoli y el brazalete de capitán del equipo

Por si todo esto fuera poco, el hijo de Gadaffi formó parte de la selección libia entrenada por el técnico argentino Carlos Salvador Bilardo donde, obviamente, ejerció como capitán. Como internacional disputó 18 encuentros entre los años 2000 y 2006 en los que anotó dos goles.