LA BISAGRA TURCA. UN PAÍS EN LA ENCRUCIJADA

junio 30, 2013

Una operación de especulación urbanística, la construcción de un centro comercial en el parque Gezi de Estambul, ha encendido la mecha en Turquía. Lo que comenzó como una protesta ciudadana contra esta decisión gubernamental ha derivado en una serie de manifestaciones multitudinarias por todo el país. Su virulencia y duración ha sorprendido tanto al propio Primer ministro turco, Recep Tayyip Erdogan, como a la mayoría de dirigentes occidentales. Con la guerra civil larvada en Siria y con muchos de los países de su entorno aún en plena efervescencia a raíz de la llamada Primavera Árabe, un nuevo foco de tensión en Turquía supondría un obstáculo considerable en el intento de devolver la estabilidad a la zona.

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El Primer ministro turco Recep Tayyip Erdogan, líder del AKP

Cuando se preveía una posible extensión de las protestas a la Argelia de Bouteflika estas han estallado en Turquía. Aduciendo el talante pro occidental del país i el laicismo de parte de su población los expertos han desvinculado los hechos de Taksim de las revueltas árabes. Si bien es cierto que la situación económica de Turquía no tiene nada que ver con la existente en países como Egipto, Libia o Túnez, y  a pesar de su vocación europeísta –expresada ya en 1963 con la firma del Tratado de asociación a la CEE– el país encara una encrucijada que puede transformar la geopolítica en la región.

Turquía se debate, desde la modernización del país llevada a cabo por Mustafá Kemal Atatürk en la década de los años veinte del siglo pasado, entre Oriente y Occidente. Nada extraño si tenemos en cuenta su situación geográfica a medio camino entre Europa y Asia. Por su deseo de formar parte de la Unión Europea, su tradición democrática y su crecimiento económico, las actuales manifestaciones anti gubernamentales se tendrían que equiparar con protestas como las ocurridas en las banlieus parisinas, el norte de Londres o los suburbios de Estocolmo. O sea, estallidos de violencia provocados por las desigualdades sociales, la marginalidad o arbitrarias actuaciones policiales. ¿Son estas las causas que se esconden detrás de las movilizaciones de Turquía?

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manifestante antigubernamental en Estambul 

Más allá de les reivindicaciones iniciales para frenar el proyecto del centro comercial en un espacio verde, las protestas en todo el país han derivado contra el autoritarismo de Erdogan y la represión ejercida por las fuerzas del orden. El grito Istifa (dimite) dirigido al Primer ministro no difiere nada del popular erhal (vete) que exclamaba la ciudadanía egipcia en la Plaza Tahrir contra Mubarak. Como en la mayoría de revueltas árabes las protestas se iniciaron por un hecho, a priori, poco trascendente. También como sucedió en el caso egipcio los manifestantes responden a un perfil transversal (estudiantes, ecologistas, gays, feministas, hinchas de fútbol, sindicalistas y nacionalistas turcos y kurdos). Otros elementos que homologan los sucesos de Turquía con los ocurridos en Túnez o Egipto serian la extensión de les protestas a todo el país, su persistencia y la política represiva ejercida por los respectivos gobiernos contra la ciudadanía.

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Fuerzas policiales parapetadas en la Plaza Taksim lanza gas contra los manifestantes

Si bien el contexto socioeconómico turco muestra obvias diferencias con respecto al de los países protagonistas de la Primavera Árabe, es evidente que las movilizaciones contra Erdogan presentan múltiples similitudes con estas revueltas. Turquía refleja más que nunca su papel de bisagra entre el mundo islámico y la Europa occidental. Un equilibrio sostenido durante años por el Ejército, partidario del laicismo de la sociedad turca. La limitación de las libertades y la represión de las protestas del gobierno islamista moderado pueden poner en peligro su afán por integrarse en la UE a pesar de las reformas que han supuesto la abolición de la pena de muerte y el reconocimiento de los derechos del pueblo kurdo. La resolución de la crisis actual puede incidir, más allá del ámbito local, en la evolución política de la región. Si la bisagra se tambalea Taksim se puede convertir en una nueva Tahrir.


LA PRIMAVERA EGIPCIA REBROTA EN OTOÑO. LOS ULTRAS COMO FUERZA OPOSITORA AL ISLAMISMO

diciembre 12, 2012

Con motivo de la disputa este miércoles de la semifinal del Mundial de Clubes organizado por la FIFA en Japón que enfrenta al Corinthians brasileño con el Al-Ahly egipcio retomamos nuestras entradas sobre la participación de los ultras en la denominada Revolución del 25 de enero que comportó la deposición del rais Hosni Mubarak y el inicio de un proceso de transición política en el país.

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el veterano Mohamed Aboutrika, toda una leyenda del Al-Ahly celebrando su gol ante el Sanfrecce Hiroshima

El éxito conseguido por el conjunto congolés TP Mazembe al llegar a la final del Mundial de Clubes en el año 2010 situó al fútbol africano en la élite internacional de este deporte. Más allá de las actuaciones mundialistas de selecciones como la camerunesa i la nigeriana, si algún equipo simboliza el triunfo del fútbol en este continente es el Al-Ahly egipcio. No en vano es el conjunto más laureado de África con 16 títulos internacionales.

El Nacional, esta es la traducción del nombre del club en árabe, disputa esta edición como actual campeón de la Liga de Campeones africana, título que consiguió al batir al Espérance tunecino. Para ganar su séptima champions el equipo tuvo que superar diversas adversidades. Con el fútbol parado en su país desde la tragedia de Port Said, ocurrida en febrero de este año y donde perdieron la vida 79 personas, los futbolistas del Al-Ahly sólo entrenaron para poder jugar las eliminatorias de la Liga de Campeones africana que se celebraron a puerta cerrada por temor a posibles incidentes. La decisión de participar en el torneo contó con el rechazo de sus aficionados más radicales, los Ultras Ahlawy (UA07), que querían que no se jugará ningún encuentro hasta que los responsables de la masacre en que murieron 72 seguidores del club cairota –entre los que se encontraban diversos integrantes del grupo radical–  sean juzgados y condenados. la presión de los ultras se extendió también a los dirigentes de la Federación de Fútbol Egipcia (EFA) que pretendían retomar la competición de liga sin esperar a la celebración de las vistas.

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mural en Mohamed Mahmoud Street en recuerdo de los mártires de UA07

Con el parón del campeonato local y después de recuperarse del golpe vivido en Port Said, donde algunos aficionados murieron en los vestuarios al lado de los jugadores, la plantilla del Al-Ahly decidió homenajear a los «mártires» (acepción popular para mentar a los muertos durante la revuelta en Egipto) de la mejor manera que sabían, es decir jugando a fútbol. Bajo esta determinación aparecieron en el Toyota Stadium, luciendo brazaletes negros en recuerdo de los aficionados fallecidos. Tras consumarse la victoria por 1 a 2 ante el Sanfrecce Hiroshima japonés, los futbolistas egipcios, emocionados, se arrodillaron sobre el césped. «Jugamos por los mártires y sus famílias» manifestaron algunos jugadores, que tras obtener la Liga de Campeones ya habían tenido un detalle con sus aficionados fallecidos en Port Said cuando dieron la vuelta de honor en el Stade Olympique de Radès luciendo unas camisetas con el número 72, la cifra de seguidores muertos en dicha tragedia.

Mientrastanto, en El Cairo los Ultras Ahlawy participaban en las mobilizaciones contra el nuevo presidente del país, Mohamed Mursi. Alienos al éxito cosechado por el equipo en los cuartos de final del Mundial de Clubes, los radicales del Al-Ahly se concentraron en los alrededores del edificio que alberga la Asamblea del Pueblo y también en la Plaza Tahrir. Contrariados con el giro impuesto por Mursi y los Hermanos Musulmanes, los ultras se han convertido en una de las fuerzas más organizadas de la oposición a los islamistas. más allá de protagonizar el llamado «Miércoles sangriento» (episodio conocido en los paises occidentales como «la batalla del camello») donde se enfrentaron a la policía y a partidarios de Hosni Mubarak, los ultras se han posicionado activamente a favor de una revolución social real.

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homenaje de los UA07 a sus 74 miembros fallecidos

Su principal objetivo siguen siendo las fuerzas de seguridad. Por eso, a pesar de no participar del debate ideológico, si que se han mostrado partidarios de una renovación que trastoque las estructuras de poder del país, entre las cuales se encuentran las fuerzas armadas y la policía. Los ultras, que primero asistían a título individual a las mobilizaciones, posteriormente acudieron en masa. Muchos de los 8.000 miembros de los Ultras Ahlawy, liderados por el joven Karim Adel, integraron la marcha que el grupo organizó para manifestarse en la Plaza Tahrir. Entonando cánticos, enarbolando bengalas y ondeando banderas negras –en recuerdo de sus compañeros caídos– los ultras escenificaron su fuerza ante el resto de grupos opositores. Aunque no se hayan pronunciado políticamente, como grupo se definen como apolíticos, muchos de sus integrantes expresan sus simpatías por Mohamed El-Baradei, ex director de la Agencia Internacional de la Energía que se postula como candidato a ocupar la jefatura del gobierno.

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camiseta que rememora a los 74 mártires de los Ultras Ahlawy

Así, mientras Aboutrika y Hamdy marcaban los goles que clasificaban al conjunto egipcio para las semifinales del Mundial de Clubes, sus aficionados radicales se manifestaban en las calles contra la política del presidente Mursi sin olvidar su máxima «vivimos por el fútbol y moriremos por el fútbol». Cuando el balón corra por el césped del Toyota Stadium los Ultras Ahlawy rendirán su particular homenaje a sus mártires vistiendo una camiseta con el número 74 (los 72 muertos en Port Said más un seguidor fallecido durante el llamado «Viernes de la ira» y otro abatido durante la mobilización del «consejo de ministerios») configurado con los nombres de todos los hinchas fallecidos.

ultras cairotas participando en las mobilizaciones de la Plaza Tahrir