ROTE JÄGER: EL VICTORIOSO EQUIPO DE FÚTBOL DE LA LUFTWAFFE (III)

febrero 17, 2012

Retomamos en esta entrada la historia del equipo de fútbol más victorioso de la aviación germana durante la Segunda Guerra Mundial, los Rote Jäger (cazadores rojos), cuyos futbolistas fueron reclutados por el as de la aviación alemana Hermann Graf entre los jugadores que se encontraban sirviendo en los diversos frentes durante la contienda bélica. Tras la debacle militar del Eje el conjunto deportivo de la Luftwaffe fue disuelto y sus integrantes corrieron suerte diversa.

Graf durante una de sus convalescencias junto a sus soldados futbolistas

DE LA PORTERIA AL CAMPO DE INTERNAMIENTO SOVIÉTICO

Una vez finalizada la experiencia futbolística, Graf llegó a ejercer durante cuatro meses como coronel de la unidad encargada de la defensa del Reich, la JG- 11. A pesar de tener prohibido volar en misiones operativas consiguió cuatro derribos más para añadir a su historial de combate aéreo. En las postrimerías del conflicto fue herido y obligado a permanecer internado en un hospital. Tras un breve periodo de convalecencia fue destinado a la escuadrilla JG- 52 que operaba en el Frente Oriental.

Cuando se intuía próximo el final de la Guerra, Graf recibió la orden de dirigirse al sector ocupado por los británicos para evitar ser capturado por las tropas soviéticas. Contradiciendo a sus superiores, el 8 de mayo de 1945 el piloto capituló ante la 90 División de Infantería del Tercer Ejército norteamericano cerca de la localidad checoeslovaca de Pisek. Su hoja de combates reflejaba los 212 derribos conseguidos y las 830 misiones de combate en las que había participado. A pesar de haberse rendido a los americanos, tanto él como el comandante de cazas Erich Hartmann, apodado El Diablo Negro, fueron entregados a los soviéticos que les recluyeron en el campo de prisioneros de Griazovets, ubicado en la región de Vologda Oblast, donde realizaron trabajos forzados.

Walter luciendo la elástica del Kaiserlautern junto al también internacional alemán Albert Sing

EL BALÓN QUE SALVÓ A FRITZ WALTER DEL GULAG

Fritz Walter corrió una suerte similar a la de su superior. Tras ser destruidos todos los aviones de su escuadrilla fue apresado junto a sus compañeros y recluido en un campo de prisioneros bajo tutela norteamericana. Tras unas semanas de incerteza fue entregado junto a miles de soldados alemanes presos a las tropas soviéticas. Su traslado a un gulag de Siberia se realizó de inmediato. Pero el azar reservó un final distinto al jugador germano. El convoy que le transportaba hizo una última parada en un centro de recepción de Ucrania. Fritz Walter se percató que los guardias estaban preparándose para disputar un partido de fútbol. Causalmente el balón rodó hasta sus pies tras un disparo defectuoso y Walter, con sus pesadas botas militares, ejecutó una volea para devolver el esférico al improvisado terreno de juego. En pocos segundos pasó a formar parte de uno de los equipos que disputaban el encuentro. Durante la media parte uno de los guardias se acercó a él y le espetó “yo a ti te conozco. Hungría- Alemania en Budapest, 1942, ganasteis 5 a 3”. Al día siguiente su nombre desapareció de la lista de los prisioneros que iban a ser enviados al campo de internamiento. Algunas fuentes apuntan al centinela húngaro que lo reconoció como el artífice de su salvación al asegurar que el futbolista no era alemán sino austriaco. Aquel fue, según el propio Walter, “el partido más importante de mi vida”. Enfermo de malaria retornó a su país y se reincorporó a la disciplina del 1 FC Kaiserlautern, equipo con el que conquistaría dos ligas en 1951 y 1953.

almanaque del fútbol alemán de la revista Kicker (1942)

UN EPÍLOGO DE HÉROES Y TRAIDORES

Por su parte, Graf a diferencia de Hartmann, que permaneció 10 años recluido en un gulag, reconoció públicamente que la guerra había sido un error y se integró en la Federación de Oficiales Alemanes (BDO) que colaboraba con el Ejército Rojo. Así fue como, a finales de 1949, consiguió ser liberado. Un año más tarde escribió un pequeño manuscrito sobre sus vivencias deportivas en la Luftwaffe titulado Die Rote Jäger: Ein Schicksalsbericht namhafter deutscher Fussballer aus dem letzen kriege. Sin embargo, su colaboración con los soviéticos le supuso, a su retorno a Alemania, el rechazo de sus ex compañeros de armas y la exclusión de la Kameradschaftsbund der Jagdflieger, la Hermandad de antiguos pilotos de caza. A ello se sumó su divorcio y los rumores que le vincularon con el espionaje soviético, agudizados tras la publicación del libro Digo la verdad, escrito por otro as de la aviación alemana, el mayor Hans Assi Hahn. Aislado y repudiado por su antiguos camaradas, Graf consiguió trabajo gracias a sus contactos futbolísticos. Sepp Herberger, el antiguo entrenador de los Rote Jäger, le presentó a Roland Endler, un industrial que llegaría a ser presidente del Bayern de Munich entre 1958 y 1962. Fue este empresario quién le ayudó ofreciéndole un empleo como vendedor en su compañía de manufacturas electrónicas, donde llegaría a ser jefe de ventas de la región de Baden. Así fue como pudo rehacer su vida casándose por tercera vez en mayo de 1959 con Helga Graf con quién tuvo dos hijos. Ese mismo año Fritz Walter publicó el libro 11 Rote Jäger: Nationalspieler im Kriege con el que quería homenajear a Graf y al resto de sus compañeros de equipo. En sus páginas la estrella de los Roten Teufel (diablos rojos), apodo que identifica al 1 FC Kaiserlautern, afirmó que el fútbol para Graf durante la guerra se convirtió en un medio para “crear un equilibrio con su encuentro diario con la muerte”, una especie de válvula de escape imprescindible para el piloto.